Ojalá fuera una obra de ficción. Que los personajes que hablan hubieran salido de la imaginación de algún escritor prolífico. Que se tratara de una gran novela con destino de película candidata al Oscar. Pero no. Esclavas del poder es un libro periodístico, escrito en primera persona por una gran periodista, la mexicana Lydia Cacho, que desnuda y explica los engranajes de una de las organizaciones más aceitadas y lucrativas del mundo: la de trata de personas.
Cacho es una reconocida activista por los derechos humanos. Precisamente, ha cobrado notoriedad, además de por los libros que ha escrito, por un proceso judicial iniciado en su contra por el gobernador mexicano de Puebla, a quien la escritora había relacionado con una red de tratantes. Cacho advirtió que el funcionario, Mario Plutarco Marín Torres (PRI), actuaba en connivencia con un empresario libanés para secuestrar y esclavizar a adolescentes y menores en distintos prostíbulos de las costas mexicanas.
En este libro, Cacho se sube a los aviones y comienza un viaje por el mundo para conocer in situ la situación de la trata de personas en los distintos países. Y las conclusiones son espeluznantes. Hoy, alrededor de todo el planeta, se roba, se compra, se esclaviza y se sodomiza a mujeres (adultas, adolescentes y niñas), como si fueran golosinas. Y a pesar de que hay leyes vigentes y tratados internacionales, romperlas resulta tan fácil como, literalmente, engañar a un niño.
Y Cacho encara su viaje con contactos personales, que la llevan a través de un submundo pérfido y peligroso. Y encuentra víctimas de todas las edades que le cuentan sus sufrimientos en primera persona. Así pasa por Japón, donde la Yakuza maneja todo el negocio; o por Turquía, donde las mafias rusas y albanesas se alían a las locales para esclavizar a las mujeres. O por Tailandia, Camboya o Birmania, donde la trata de personas es una consecuencia directa de la guerra y sus víctimas son tratadas como verdaderos trofeos para contrarrestar al enemigo. Lo mismo sucede en Israel o Palestina, dos pueblos que se odian, viviendo en una misma zona, y en pugna por ver quién secuestra más mujeres del otro bando. O el mismo México, donde un ex miembro de la SIDE argentina es uno de los principales dueños de prostíbulos de lujo. También analiza los vínculos con el tráfico de drogas y con el lavado de dinero, negocios íntimamente vinculados con la trata de personas y la prostitución.
Involucrarnos
Cacho escribe en primera persona y desgrana datos y números estremecedores. Pero su obra nos coloca en una posición expectante, con la posibilidad de involucrarnos directamente. En Tucumán todos conocemos el caso de Marita Verón, y lo que se narra en el libro no es más que la demostración de cómo trabajan estas organizaciones.
Tratar temas de tanta complejidad le valieron a Cacho incontables amenazas. No por nada el libro es presentado por autores de la talla de Eduardo Galeano y de Roberto Saviano, el autor de Gomorra, quien sabe mejor que nadie lo que es vivir con la sombra de la mafia sobre su cabeza. Por eso Cacho no se calla. Y en cada página nos da un cachetazo de realidad. Esa misma realidad que vemos en nuestra provincia y que, salvo honrosas excepciones, nadie parece muy dispuesto a modificar. © LA GACETA
Cacho es una reconocida activista por los derechos humanos. Precisamente, ha cobrado notoriedad, además de por los libros que ha escrito, por un proceso judicial iniciado en su contra por el gobernador mexicano de Puebla, a quien la escritora había relacionado con una red de tratantes. Cacho advirtió que el funcionario, Mario Plutarco Marín Torres (PRI), actuaba en connivencia con un empresario libanés para secuestrar y esclavizar a adolescentes y menores en distintos prostíbulos de las costas mexicanas.
En este libro, Cacho se sube a los aviones y comienza un viaje por el mundo para conocer in situ la situación de la trata de personas en los distintos países. Y las conclusiones son espeluznantes. Hoy, alrededor de todo el planeta, se roba, se compra, se esclaviza y se sodomiza a mujeres (adultas, adolescentes y niñas), como si fueran golosinas. Y a pesar de que hay leyes vigentes y tratados internacionales, romperlas resulta tan fácil como, literalmente, engañar a un niño.
Y Cacho encara su viaje con contactos personales, que la llevan a través de un submundo pérfido y peligroso. Y encuentra víctimas de todas las edades que le cuentan sus sufrimientos en primera persona. Así pasa por Japón, donde la Yakuza maneja todo el negocio; o por Turquía, donde las mafias rusas y albanesas se alían a las locales para esclavizar a las mujeres. O por Tailandia, Camboya o Birmania, donde la trata de personas es una consecuencia directa de la guerra y sus víctimas son tratadas como verdaderos trofeos para contrarrestar al enemigo. Lo mismo sucede en Israel o Palestina, dos pueblos que se odian, viviendo en una misma zona, y en pugna por ver quién secuestra más mujeres del otro bando. O el mismo México, donde un ex miembro de la SIDE argentina es uno de los principales dueños de prostíbulos de lujo. También analiza los vínculos con el tráfico de drogas y con el lavado de dinero, negocios íntimamente vinculados con la trata de personas y la prostitución.
Involucrarnos
Cacho escribe en primera persona y desgrana datos y números estremecedores. Pero su obra nos coloca en una posición expectante, con la posibilidad de involucrarnos directamente. En Tucumán todos conocemos el caso de Marita Verón, y lo que se narra en el libro no es más que la demostración de cómo trabajan estas organizaciones.
Tratar temas de tanta complejidad le valieron a Cacho incontables amenazas. No por nada el libro es presentado por autores de la talla de Eduardo Galeano y de Roberto Saviano, el autor de Gomorra, quien sabe mejor que nadie lo que es vivir con la sombra de la mafia sobre su cabeza. Por eso Cacho no se calla. Y en cada página nos da un cachetazo de realidad. Esa misma realidad que vemos en nuestra provincia y que, salvo honrosas excepciones, nadie parece muy dispuesto a modificar. © LA GACETA