Desde el mismo diseño de los títulos de presentación del filme (acompañados por una rítmica partitura de John Williams, que anticipa que la narración no le va a dar tregua al espectador), se tiene la sensación de que se va a asistir a un relato inolvidable. Los 107 minutos de proyección confirman de cabo a rabo ese primer impacto. Spielberg y sus guionistas no se toman demasiado tiempo para presentar al protagonista y sientan rápidamente la base de lo que se va a ver durante todo el filme: una sucesión de aventuras que se enganchan perfectamente a pesar de que saltan permanentemente por el espacio y por el tiempo. Los personajes de Hergé (autor de la historieta en la que se inspira el filme) le sirven al director para anclar el relato y el tono de "comic" le permite desembarazarse de las limitaciones que puede proponer una historia con personajes reales. Las piruetas que concretan los protagonistas, entonces, ni siquiera están obligadas a respetar las leyes de la gravedad; si todo esto se lleva a cabo en escenarios imaginados y realizados en función del despliegue coreográfico de los personajes, la diversión está más que asegurada.
En necesario remarcar que todo está vertebrado alrededor de una línea argumental muy fuerte, de manera que lo que ocurre en la pantalla está perfectamente respaldado por la historia; que ésta siga una lógica disparatada es otro tema, muy en línea con los códigos de la historieta.
Es natural, además, que en una realización de este tipo, uno de los puntos de mayor atracción esté en la factura técnica. El nivel de perfección de la animación digital es pasmoso, con alardes de virtuosismo que se expresan, por ejemplo, en el manejo de los reflejos en las superficies vidriadas o el realismo logrado en texturas complejas como la superficie del agua o el movimiento del cabello de los personajes.
Pero lo más importante es que ese superlativo manejo técnico está puesto al servicio de la narración de una historia vibrante, que no da respiros por el ritmo y el vértigo de la acción; la larga secuencia que se desarrolla en una deliciosa recreación de Marruecos es un ejemplo de sabiduría en el diseño de la acción, la puesta de cámaras (aunque se trate de una animación), el montaje y, por sobre todas las cosas, una lección sobre cómo se hace cine de aventuras.
Y a esperar la segunda parte.