Conforme voy avanzando más en "lo antivisual en artes visuales" siento que oscilo en un punto de bisagra más que en uno de oposición radical como aparenta su nombre.
La crisis de las percepciones de Benjamín en un período tan iluminado como anestesiado (la anestesia médica junto a la fotografía fueron dos ejes cartográficos claves en el paisaje sensorial del siglo XIX) me permite pensar en la crisis como trance más que como desequilibrio.
El desequilibrio, la inestabilidad, la confusión, la incertidumbre, el vértigo, demandan de su propia transición una experiencia (auto) superadora.
"Oler el verde" es, ni más ni menos, la superación de ese trance perceptivo. La imagen no es de uso exclusivo de la mirada, pero el abuso que hicimos de ella nos hizo olvidar que los otros sentidos estaban igualmente capacitados para construirla.
Tener el sentido de la vista en perfecto estado no es garantía de una percepción apropiada.
El trance de ver a no ver brevemente, sorpresivamente, propio de la crisis, puede ser, ciertamente, un ejercicio de la memoria, "donde suceden las cosas por segunda vez" (Paul Auster).
Ya más desde la artista y mi situación visual personal: Al estar próxima a ambos bandos (según tenga mis lentes puestas veo o no veo nada) esa misma instancia de oscilación, de trance me ha llevado a pensar la bisagra como lugar donde las facultades perceptivas trabajan articuladamente. Hacer una obra exclusiva para no videntes es tan excluyente como plantearlo al revés. La mirada (y ya desde un sentido amplio de "mirar") es la única entre los demás sentidos que toma distancia de su objeto para conocerlo. No pasa su conocimiento por una "cuestión de piel" como lo hace el resto. Tiene una capacidad de selección de lo que le llega para percibir que la posibilita igualmente para acoger como para desechar. Digo, se puede elegir mirar o no, desde luego, dando por sentado que no mirar es excluyente de por sí (según como mires también puede suceder lo mismo) y se puede ser tremendamente amable o perverso con el mismo gesto? (en este momento tengo mis lentes puestas).
Amor ciego: este proverbio es falso. El amor abre grandes los ojos, hace clarividente: "Tengo de ti, sobre ti, el saber absoluto". Informe del sabio al amo: Tú puedes todo sobre mí pero yo lo sé todo sobre ti. (De Roland Barthes; sí).