Llegan en el peor estado. Algunos pacientes se enferman de repente. Otros estuvieron doloridos durante todo el día y, a la noche, sienten que no dan más. Por las múltiples y anónimas manos de la Sala de Emergencias del hospital Padilla pasan en promedio más de 7.000 casos diarios, informa el cirujano Juan José Anastasio, jefe de una guardia nocturna del nosocomio.
Anastasio y sus compañeros admiten que el hospital está colapsado. "Tenemos demasiadas consultas, muchas de las cuales son derivaciones de los CAPS. Las estadísticas nos muestran que la mayoría de las asistencias son por casos de enfermedades que podrían haberse resuelto en los centros primarios de salud. Sin embargo, vienen acá y terminan saturando un servicio que está preparado principalmente para casos de alta complejidad. Es decir, tendríamos que atender principalmente enfermos graves y esto no pasa", reniega Anastasio.
Para probar sus argumentos saca las estadísticas: "este año, el 89% de los pacientes atendidos fueron dados de alta en menos de 12 horas. Esto demuestra que no eran casos tan graves. Hay más: sólo el 1,5% de los que llegan acá terminan en cirugía". "Claro que cuando la gente mide nuestra calidad de atención no habla bien. Es imposible funcionar bien así. Los consultorios y salas de internación están desbordados", resalta. Por suerte, según dice, en pocos días estará funcionando la nueva terapia intensiva, que cuenta con equipamiento de última generación y que triplica la capacidad de internación del hospital.
La intensidad se respira con o sin barbijo. Entre sueros, gasas y agujas los médicos hacen malabares para atender la gran cantidad de pacientes que llega de noche. Generalmente presentan infecciones, cuadros respiratorios, intoxicaciones, males coronarios o descompensaciones. Es tanto lo que deben esperar por una consulta que no es raro que terminen agrediendo a los médicos. "El déficit atencional en el interior y en los centros asistenciales 24 horas nos satura", sostiene el cirujano César Romero.
En el hospital de Niños, el pediatra Ramiro Casafranca, también reniega de aquellos padres que no asisten al CAPS ante enfermedades leves. En cuestión de cinco horas ya habían atendido a 153 pacientes en la guardia. "Enfermarse no tiene horario, es cierto -remarca-. Pero también vemos que muchas madres esperan hasta último momento para ir al médico. Cuando no pueden dormir, piden ayuda".