El día que se escriban las mejores páginas del basquetbol tucumano, el nombre de Lauro Ricardo Mercado ocupará un lugar preferencial. El ex ayuda base contribuyó para que nuestra provincia consiga logros importantes en las últimas tres décadas.
A los 46 años, y con la tranquilidad de haber desarrollado una carrera que traspasó nuestras fronteras, Mercado se dedica hoy a sus negocios particulares y a pasar la mayor cantidad de horas posibles con su familia, integrada por su esposa Constanza, su hijo Tomás (de dos años) y sus hijas Marianella (20 años) y Marina (19) (ambas de su primer matrimonio).
"Ricky", como se lo conoce en el mundo del básquet, recuerda: "por presión de mi madre, a los 11 años comencé a practicar este deporte. Inicialmente me gustaba jugar al fútbol en el barrio Jardín. Era arquero de un equipo de la zona que, en su mayoría, estaba integrado por chicos de 20 años. Mi vieja, a quien no le gustaba que me juntara con ellos, me mandó al club Barrio Jardín para que practique básquet".
A medida que fueron pasando los años, Lauro fue mostrando una capacidad técnica que lo distinguió del resto de sus compañeros. En 1983 decidió aceptar una propuesta de su tío, "Caticho" Pérez, y se fue a jugar a Caja Popular. "Como ya se me había pegado un poco el básquet y pretendía seguir creciendo en este deporte, cambié de club. En ese tiempo, en Caja estaban los mejores jugadores de Tucumán. Allí se me empezó a conocer y jugué mis primeros partidos en Primera, junto a jugadores como Joel Thompson y Steven Hill", indicó.
Lauro consideró que el desembarco de la Liga Nacional fue un boom para el basquetbol argentino. "En 1984, mi prioridad era el estudio -estaba cursando Ciencias Económicas-. Hasta ese momento, nunca se había cruzado por la cabeza que el básquet fuera mi medio de vida. Recuerdo que en esos tiempos, mi madre no quería que dejara el estudio por este deporte. Un día me senté con mis padres y les pedí que me dejara intentarlo. Por suerte me fue bien y pude hacer una carrera. Soy un convencido que cuando uno le pone mucha energía a un objetivo, a la corta o a la larga logra concretarlo", manifestó.
Lauro se autodefine como alguien con mucha personalidad. "En mis comienzos, tuve que sortear muchos obstáculos que logré superar porque estaba fuerte de la cabeza. Siempre había un técnico que me decía que yo no podía jugar porque era bajo de estatura, o porque era flaco. Por eso, cuando llegaba a mi casa, me decía a mí mismo que a esa persona le tenía que demostrar que sí podía jugar. Al final, él me terminaba haciendo un favor porque me estaba obligando a superarme", concluyó Mercado.
A los 46 años, y con la tranquilidad de haber desarrollado una carrera que traspasó nuestras fronteras, Mercado se dedica hoy a sus negocios particulares y a pasar la mayor cantidad de horas posibles con su familia, integrada por su esposa Constanza, su hijo Tomás (de dos años) y sus hijas Marianella (20 años) y Marina (19) (ambas de su primer matrimonio).
"Ricky", como se lo conoce en el mundo del básquet, recuerda: "por presión de mi madre, a los 11 años comencé a practicar este deporte. Inicialmente me gustaba jugar al fútbol en el barrio Jardín. Era arquero de un equipo de la zona que, en su mayoría, estaba integrado por chicos de 20 años. Mi vieja, a quien no le gustaba que me juntara con ellos, me mandó al club Barrio Jardín para que practique básquet".
A medida que fueron pasando los años, Lauro fue mostrando una capacidad técnica que lo distinguió del resto de sus compañeros. En 1983 decidió aceptar una propuesta de su tío, "Caticho" Pérez, y se fue a jugar a Caja Popular. "Como ya se me había pegado un poco el básquet y pretendía seguir creciendo en este deporte, cambié de club. En ese tiempo, en Caja estaban los mejores jugadores de Tucumán. Allí se me empezó a conocer y jugué mis primeros partidos en Primera, junto a jugadores como Joel Thompson y Steven Hill", indicó.
Lauro consideró que el desembarco de la Liga Nacional fue un boom para el basquetbol argentino. "En 1984, mi prioridad era el estudio -estaba cursando Ciencias Económicas-. Hasta ese momento, nunca se había cruzado por la cabeza que el básquet fuera mi medio de vida. Recuerdo que en esos tiempos, mi madre no quería que dejara el estudio por este deporte. Un día me senté con mis padres y les pedí que me dejara intentarlo. Por suerte me fue bien y pude hacer una carrera. Soy un convencido que cuando uno le pone mucha energía a un objetivo, a la corta o a la larga logra concretarlo", manifestó.
Lauro se autodefine como alguien con mucha personalidad. "En mis comienzos, tuve que sortear muchos obstáculos que logré superar porque estaba fuerte de la cabeza. Siempre había un técnico que me decía que yo no podía jugar porque era bajo de estatura, o porque era flaco. Por eso, cuando llegaba a mi casa, me decía a mí mismo que a esa persona le tenía que demostrar que sí podía jugar. Al final, él me terminaba haciendo un favor porque me estaba obligando a superarme", concluyó Mercado.