La política tiene situaciones difíciles de explicar, hasta que el paso del tiempo y la frialdad que trae consigo permiten empezar a entender o a hacer una lectura de lo ocurrido. Es, por ejemplo, lo que ocurre con la renuncia de un mandatario.

Sin dudas una de la abdicaciones más difíciles de olvidar será la de Fernando De la Rúa, en diciembre de 2001 cuando el país estallaba en llamas. Por ello, y los hechos que se dieron en los días previos, es tal vez la más fácil de explicar. Pero no fue la única.

Antes que él dejó el cargo su vicepresidente, Carlos "Chacho" Alvarez. Se fue poco después de haber cumplido un año en el Gobierno, tras denunciar el supuesto soborno a senadores para sancionar la ley de flexibilización laboral.

La seguidilla de presidentes provisionales nombrados tras el derrumbre de la Alianza en 2001 y sus respectivas renuncias, en ocasiones a menos de un día de haber asumido, hablan a las claras de la profundidad de la crisis institucional, simplificada en el lema "que se vayan todos" que se escuchaba en las calles.

También envuelto en una profunda crisis social, política y económica, Raúl Alfonsín adelantó el traspaso de mando en favor de Carlos Menem. Fue en 1989, cuando la híperinflación, los saqueos y las protestas callejeras tenían sitiado al gobierno radical.

La caída le significó a Alfonsín un alejamiento de la vida política nacional, que sólo empezó a recomponerse tras el accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, 10 años después.

Deben computarse en la lista, también, a quienes renunciaron a dar la pelea. Es lo que ocurrió con Menem en 2003, cuando se bajó del balotage y le allanó el camino al casi desconocido santacruceño Néstor Kirchner, que había obtenido el 22 % de los sufragios (dos puntos menos que el riojano).

En marzo de 1973, el radical Ricardo Balbín había tomado una decisión similar, pero justificada en que su adversario Héctor Cámpora había obtenido el 49,6 % de los votos (necesitaba superar el 50 % para evitar la segunda vuelta).

En agosto de 1951, Eva Duarte de Perón anunció que no sería candidata a vicepresidenta en la fórmula que encabezó su esposo, Juan Domingo Perón. El hecho, conocido como el "renunciamiento histórico", respondió a la presión de las Fuerzas Armadas en especial, que no veía con buenos ojos a la "abanderada de los humildes".

Lo que nunca había ocurrido hasta 2009, cuando se produjo el divorcio definitivo entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el vicepresidente Julio Cobos, es que haya dado una coexistencia con esas características que subsiste hasta hoy, aunque el mendocino perdió todo su capital político y la mandataria marcha hacia su reelección. LA GACETA ©