¿Qué es Tucumán? Los inversores suelen hacerse esta pregunta cuando piden referencias acerca del potencial económico y financiero de la provincia. Las respuestas son múltiples, pero la mayoría coincide con una, al analizar el comportamiento de las finanzas públicas. Tucumán es hoy una montaña de millones para el consumo y una garantía, al menos de mediano plazo, de que la inversión se puede recuperar si es que se elige el rubro apropiado.
Una mirada al Presupuesto da la primera pauta. Si se analiza desde el punto de vista del gasto nacional, puede decirse que, al menos, hay $ 7.000 millones anuales que van directamente al consumo. Eso es tomando en cuenta los haberes de los 260.000 jubilados y pensionados, los 170.000 beneficiarios de la Asignación Universal por hijo y los 70.000 de las pensiones no contributivas. Todo ese dinero va directamente al consumo, porque -generalmente- esa franja de la población no tiene la capacidad suficiente para ahorrar parte de sus ingresos. Casi el 50% de sus remuneraciones va directamente a la compra de alimentos.
Con el mismo razonamiento, si el inversor mira la evolución del Presupuesto provincial, podrá observar que hay, al menos, otros $ 5.000 millones que también tiene destino de consumo. Son los fondos anuales que la gestión del gobernador José Alperovich ha previsto para cumplir con el pago regular de los salarios a los 80.000 empleados públicos. Esa franja de asalariados, además, suele tener un margen de endeudamiento que, según algunos estudios privados, suele ser de hasta dos salarios mensuales más.
Hay una tercera pata a este escenario millonario. Y es la que sustenta el sector privado. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en Tucumán hay 167.000 empleados formalizados en las empresas instaladas en todo el territorio provincial. A grandes rasgos, los salarios del sector representan unos $ 7.000 millones más de inyección dineraria a la plaza comercial. Tal vez, el ahorro de esa franja poblacional represente unos $ 2.000 millones anuales, de acuerdo con las estimaciones de algunos economistas.
Entonces, ¿qué es Tucumán? Desde el punto de vista financiero, la respuesta será una provincia en la que se mueven no menos de $ 17.000 millones al año y que garantiza cierta rentabilidad a los negocios. No obstante, siempre existen algunos riesgos.
Está la cuestión económica: el Estado es el sector con mayor incidencia dentro del Producto Bruto Geográfico (PBG). Participa con más del 26% del PBG y cualquier golpe financiero expone a la economía local a los vaivenes del momento. También está aquel viejo reclamo empresarial de que estamos en uno de los distritos con mayor carga relativa de impuestos. Y ese es otro punto en el que los capitales se fijan. Por ahora no hay intenciones oficiales de tocar la política tributaria. Hay empresarios del medio que reclaman al Poder Ejecutivo que deje de tomar medidas sectoriales y que, si se promueven regímenes especiales de promoción, estos tengan el mismo efecto para todos, es decir, para los capitales que vienen y para los que están instalados y que, en definitiva, son los que mantienen el ritmo de la economía tucumana.
Desde el punto de vista político, Tucumán es un reaseguro para cualquier dirigente que promueva el consumo. De hecho, esa fue una de las fortalezas de la gestión Alperovich. Como dice el viejo refrán, panza llena, corazón contento. ¿Quién puede luchar contra una gestión que mueve una montaña de millones? Las elecciones pasadas han sido un reflejo de la respuesta social a tanto consumo sostenido a lo largo de los últimos años en Tucumán.
Una mirada al Presupuesto da la primera pauta. Si se analiza desde el punto de vista del gasto nacional, puede decirse que, al menos, hay $ 7.000 millones anuales que van directamente al consumo. Eso es tomando en cuenta los haberes de los 260.000 jubilados y pensionados, los 170.000 beneficiarios de la Asignación Universal por hijo y los 70.000 de las pensiones no contributivas. Todo ese dinero va directamente al consumo, porque -generalmente- esa franja de la población no tiene la capacidad suficiente para ahorrar parte de sus ingresos. Casi el 50% de sus remuneraciones va directamente a la compra de alimentos.
Con el mismo razonamiento, si el inversor mira la evolución del Presupuesto provincial, podrá observar que hay, al menos, otros $ 5.000 millones que también tiene destino de consumo. Son los fondos anuales que la gestión del gobernador José Alperovich ha previsto para cumplir con el pago regular de los salarios a los 80.000 empleados públicos. Esa franja de asalariados, además, suele tener un margen de endeudamiento que, según algunos estudios privados, suele ser de hasta dos salarios mensuales más.
Hay una tercera pata a este escenario millonario. Y es la que sustenta el sector privado. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en Tucumán hay 167.000 empleados formalizados en las empresas instaladas en todo el territorio provincial. A grandes rasgos, los salarios del sector representan unos $ 7.000 millones más de inyección dineraria a la plaza comercial. Tal vez, el ahorro de esa franja poblacional represente unos $ 2.000 millones anuales, de acuerdo con las estimaciones de algunos economistas.
Entonces, ¿qué es Tucumán? Desde el punto de vista financiero, la respuesta será una provincia en la que se mueven no menos de $ 17.000 millones al año y que garantiza cierta rentabilidad a los negocios. No obstante, siempre existen algunos riesgos.
Está la cuestión económica: el Estado es el sector con mayor incidencia dentro del Producto Bruto Geográfico (PBG). Participa con más del 26% del PBG y cualquier golpe financiero expone a la economía local a los vaivenes del momento. También está aquel viejo reclamo empresarial de que estamos en uno de los distritos con mayor carga relativa de impuestos. Y ese es otro punto en el que los capitales se fijan. Por ahora no hay intenciones oficiales de tocar la política tributaria. Hay empresarios del medio que reclaman al Poder Ejecutivo que deje de tomar medidas sectoriales y que, si se promueven regímenes especiales de promoción, estos tengan el mismo efecto para todos, es decir, para los capitales que vienen y para los que están instalados y que, en definitiva, son los que mantienen el ritmo de la economía tucumana.
Desde el punto de vista político, Tucumán es un reaseguro para cualquier dirigente que promueva el consumo. De hecho, esa fue una de las fortalezas de la gestión Alperovich. Como dice el viejo refrán, panza llena, corazón contento. ¿Quién puede luchar contra una gestión que mueve una montaña de millones? Las elecciones pasadas han sido un reflejo de la respuesta social a tanto consumo sostenido a lo largo de los últimos años en Tucumán.