CÓRDOBA.- En el paraje "691" de Piquillín, donde parece que el viento seco nunca deja de soplar, ya fueron descartadas las principales pistas sobre el supuesto destino de los restos de María de los Ángeles Verón, la joven tucumana secuestrada en 2002 por una mafia de proxenetas. En "Las Vampiras", un ruinoso prostíbulo situado a la vera de la ruta 19, sólo falta excavar bajo una mesa de billar, que está en el salón principal, y en unas letrinas, en la parte trasera de la whiskería. En el otro local, conocido como "El Motel", los expertos removieron el suelo del predio en los ocho puntos que había marcado el georradar. Así, luego de siete días de búsqueda, no se encontró ningún indicio de que "Marita" haya sido asesinada y enterrada aquí, tal como dijeron al menos tres testigos. De todas formas, los investigadores aún no dan por cerrada esta hipótesis. Y, paralelamente, afirman que las tareas sirvieron para poner sobre el tapete cómo era la vida de las mujeres que eran explotadas en esos negocios.

De los dos locales, el que más impacto genera es el de "Las Vampiras". El viento y el sol destiñeron el color morado de la fachada, en la que pintaron grotescamente un gato negro. A la entrada, un cartel de madera tiene tallado el nombre de la whiskería, que tiene una connotación clara: aquí, las mujeres sólo viven de noche.

Alejandro Díaz, conocido como "Pato" y encargado del prostíbulo, contó públicamente en estos días cómo funcionaba el negocio. Incluso, en una entrevista con este diario, relató cómo contactaba a las trabajadoras del sexo y cómo era el convenio. Aunque afirmó que ninguna lo hacía contra su voluntad, cuando Susana Trimarco, madre de "Marita", supo de sus dichos, realizó una denuncia en la Justicia Federal de esta provincia, ante la posibilidad de que se hubiere producido algún delito vinculado a la trata de personas.

Los investigadores, de hecho, deslizaron que las instalaciones de "Las Vampiras" hablan por sí mismas.

La antigua construcción tiene un salón (en el que está la mesa de billar) y una barra, donde los clientes consumían "copas" acompañados por las mujeres. Luego, un pasillo conduce a un sector donde hay cuatro dormitorios muy pequeños, que sólo tienen una cama; uno de esos cuartos, en vez de puerta, tiene una reja, confió una fuente cercana al caso. "El lugar más terrible está apartado, y una testigo nos contó que funcionaba como habitación de sometimiento", dijeron con preocupación desde la pesquisa.

Las primeras versiones indicaban que "Marita" había sido retenida en este prostíbulo. Por eso, la fase inicial de las excavaciones, dirigidas por la fiscala Eve Flores, se centraron en "Las Vampiras". Allí trabajó su equipo de policías, a cargo de la comisario Claudia Flores y el sargento José Moreno; personal del Equipo Argentino de Antropología Forense y de Gendarmería Nacional; y dos operarios con palas mecánicas. La propiedad, hoy, está prácticamente destrozada. Pero ni los perros adiestrados para encontrar huesos humanos pudieron dar con alguna pista.

Incluso, tres testigos señalaron lugares específicos: un ex jardinero dijo que quizás su cuerpo había sido enterrado en el fondo, pues no le permitían trabajar en ese sector; una mujer que pasó por el local afirmó que los restos podían estar bajo el suelo de concreto, dentro del local; y alguien indicó unas letrinas, construidas hace algunos años en la parte trasera, pero que no parecen haber sido utilizadas nunca.

El primero de los datos ya fue descartado. Hoy, cuando los peritos reciban las herramientas adecuadas, posiblemente se sepa qué hay bajo la mesa de billar y en las letrinas.

En el predio de "El Motel", que sería propiedad de Ricardo Martínez, tampoco hubo novedades. Allí, los antropólogos trabajaron con el georradar, un equipo que, en apariencia, es muy similar a una máquina de cortar el pasto. En la base, este aparato tiene un dispositivo que envía y recibe ondas electromagnéticas; cuando el georradar detecta irregularidades en la tierra (por ejemplo, si fue removida o hay un elemento extraño hasta 2,5 metros de profundidad), el operador puede advertirlo en un monitor. Sin embargo, hasta tanto no se cava, no se puede saber de qué se trata.

En "El Motel", los forenses ubicaron ocho puntos de interés. Ayer terminaron de revisarlos; no había nada. Sin embargo, hoy harán un segundo rastrillaje. Al igual que en los días anteriores, el adiestrador Juan Pablo Frisicaro recorrerá la zona con Hermes, un pastor belga entrenado para hallar huesos humanos que hasta ahora no aparecieron.

Con este panorama, los investigadores van concluyendo la segunda fase de la pericia. Mientras tanto, la fiscala Flores recibió más testimonios en las últimas horas. Según trascendió, surgieron datos que podrían originar nuevos operativos. "Esto es como buscar una aguja en un pajar", admitió ayer una fuente de la pesquisa. Así, pese a la firme convicción de que en este desolado paraje de Piquillín se perpetró al menos un crimen, el tiempo pasa sin que aparezcan evidencias firmes. Y, sin cuerpo, a los investigadores se les hará muy difícil demostrar que se cometió un delito.