Novela
LA VIUDA EMBARAZADA
MARTIN AMIS
(Anagrama - Barcelona)
Leer a Martin Amis (1949-) es todo un desafío. Su ingeniosa frivolidad es la punta del iceberg de un complejo entramado lingüístico y psicológico.
La viuda embarazada es la metáfora de una época: los fines de los 60 en el mundo occidental. La frase aparece en el epígrafe, en una cita (aunque anacrónica) de Alexander Herzen (1812-1870): "La muerte de las formas contemporáneas del orden social debería alegrar más que conturbar el espíritu. Lo pavoroso, sin embargo, es que el mundo que fenece no deja tras de sí un heredero sino una viuda embarazada?"
Los 60 se llevaron consigo las certezas. Las nuevas generaciones respondieron con libertad sexual, cocaína, arte pop, psicoanálisis, juegos del lenguaje, explosión mediática, feminismo. La literatura posmodernista ocupa parte de ese saco embrionario. Su lectura deconstructiva de textos del pasado concibió un arte de reciclados y fragmentaciones, un arte genial, pero insuficiente. A las definiciones "modernidad líquida", "pensamiento débil", etc. podríamos sumar: estado larval perenne, promesa del devenir, preñada viudez.
Allí se ubica la escritura de Amis, con altibajos, profundamente renovadora y exigente. En su libro más célebre, La flecha del tiempo, revierte el orden cronológico; no sólo los personajes se vuelven cada vez más jóvenes, sino que el mundo, más ético: los ladrones donan el dinero, una explosión cura las heridas.
Intertextualidad
La acción de La viuda embarazada se desarrolla a lo largo de 40 años. Comienza con un cuadro de costumbres. La revolución nihilista parece no ser más que una secuencia de deseos hedonistas, diálogos ingeniosos y mucho erotismo. Un grupo de amigos comparte un verano en un castillo en la campiña italiana. El protagonista, Keith Nearing, tiene 20 años y estudia letras, lo que da lugar a conversaciones sobre literatura (algunas desopilantes) y juegos intertextuales. Las heroínas literarias son analizadas y trasladadas al presente, re-conocidas (hasta en su sentido bíblico). Algo muy original ocurre con el narrador en tercera persona. Se mantiene en la conciencia de Keith; le habla e incluso se autodefine como su super ego.
Sin embargo, es recién en el traslado de la acción a Londres donde la novela levanta verdadero vuelo. La sensibilidad se agudiza y uno lamenta que esta parte, que abarca la vida adulta del personaje, se resuelva en tan pocas páginas.
Jesús Zulaika traduce al español castizo con corrección. El problema radica en el campo semántico. Buena parte del vocabulario está relacionado con la actividad sexual, donde abundan vulgarismos y localismos cuyo sentido no siempre se infiere.
© LA GACETA
María Eugenia Bestani