GINEBRA, Suiza.- La tumba de Jorge Luis Borges despierta gran curiosidad. Es que la misma esconde varios misterios. Desde leyendas en antiguas lenguas hasta grabados sajones y vikingos, de íntima y profunda relación con la vida y la obra del célebre escritor argentino.
El significado de estos enigmáticos elementos fueron investigados por el investigador argentino Martín Hadis, quien reflejó su trabajo en el libro "Siete guerreros nortumbrios". Entonces, el enigma ya no sería tal.
El título hace referencia a la figura principal que aparece en la lápida de la tumba de Borges (1899-1986) en el cementerio de Plainpalais -en Ginebra- esculpida por el argentino Eduardo Longato, según un diseño hecho por la viuda del escritor, María Kodama.
Los "siete guerreros" de la tumba fueron tomados de una lápida del siglo IX hallada en Inglaterra y la imagen conmemora un ataque vikingo a un monasterio en la isla de Lindisfarne (Nortumbria) en 793.
Borges, un apasionado por lo vikingo y lo sajón, menciona a los "siete guerreros" de la lápida en su obra "Literaturas germánicas medievales" (1966) y asociaba este ataque con la Batalla de Maldon, acaecida en 991 en Essex.
En su anverso, la lápida de Borges también contiene el nombre grabado del escritor y una frase en inglés antiguo, extraída de un poema sajón sobre la Batalla de Maldon, traducida como "y que no temieran", una alusión al coraje que el escritor tanto admiraba como cualidad en otras personas.
También en el anverso de la lápida hay una cruz celta, que remite a la cruz de Gosforth, erigida en Inglaterra en el siglo X por descendientes de vikingos y que en su columna, de cuatro metros, contiene grabadas escenas de tradiciones paganas y cristianas.
En el reverso de la lápida están grabadas dos frases y un barco vikingo. Una de ellas está escrita en escandinavo antiguo y, traducida, dice: "Él toma la espada Gram y la coloca entre ellos desenvainada", tomada de la "Volsunga Saga", texto islandés de finales del siglo XIII que relata la historia del héroe germánico Sigurd y que Borges menciona en su obra.
El navío vikingo representa el "viaje a la eternidad" y fue tomado de una de las llamadas "piedras ilustradas" de la isla de Gotland, Suecia.
La otra frase es la dedicatoria "De Ulrica a Javier Otárola", nombres de los personajes del cuento "Ulrica" y que secretamente utilizaban Borges y Kodama para llamarse entre si. (Especial)