No se presentaba ningún cantante popular. Tampoco se trató de una peregrinación de fieles de San Cayetano o San Expedito. Las casi 8.000 personas que ayer concurrieron a Villa Urquiza tenían un sólo interés: bailar al ritmo de la danza de la fortuna. Porque a un candidato a legislador no se le ocurrió otra cosa que sortear un auto cero kilómetro para sumar votantes en las elecciones del próximo domingo.
El anuncio del volante parecía prometedor: "súper bingo La Renovación en Plaza Casero. Se sortea un auto cero kilómetro". Sólo la lluvia iba a conspirar ante semejante ofrecimiento, según aclaraba el panfleto.
Antes de las 14, cientos de vecinos ya comenzaban a tomar posición en algún lugar estratégico, cercano al escenario montado en Catamarca y Colombia. Desde allí, el locutor del acto se encargaba de arengar a la gente, intercalando anuncios de campaña del candidato con recomendaciones relacionadas a la seguridad.
Pasadas las 15, las más 7.000 sillas que fueron alquiladas para el evento ya habían sido ocupadas.
Cuando las primeras pelotitas comenzaron a bailar en el bolillero, el tiempo se paralizó por unos segundos. El bullicio mutó en una tensa calma. En ese momento, en la mente de los asistentes sólo cabía una imagen: la del vehículo estacionado en las puertas de sus casas. "Si lo llego a ganar, no me van a ver más la cara. Me voy hoy mismo a cualquier parte. Dejo a mi esposa, el laburo y todo (sic)", bromeó entre risas José Luis Rodríguez (46). El homónimo del cantante venezolano comentó que le hubiese gustado que el bingo se realizara en "algún lugar más grande", a raíz de la gran cantidad de gente que participó del juego.
Además del vehículo y una motocicleta, la lista de premios estaba conformada por ocho electrodomésticos. Cuando el animador anunció el sorteo de la bicicleta, las parrillas humeantes y repletas de chorizos invitaban a los asistentes a no apartarse ni un milímetro de la liturgia gastronómica local. Una mesa de camping lista para ser usada, hablaba por sí sola de que algunos vecinos son enemigos de las improvisaciones. Los choripanes que comenzaron a llegar pugnaban por un espacio en la mesa que montó la joven mamá Mercedes Medina (37), junto a decenas de cartones con números, lapiceras y botellas de gaseosas. "Si no comemos ahora, no comemos más", aclaró,mientras le propinaba una generosa mordida al autóctono sandwich. "Ahora recién están sorteando la bicicleta, nosotros vinimos aquí por el auto y nada más", soltó la mujer acompañada de su hermana y sus tres hijos pequeños. Las mesas no fueron usadas sólo para comer. En una tabla, otra joven mamá luchaba con una decena de cartones y con un pañal descartable que no lograba colocar en el cuerpo de su bebé. "Qué quiere que haga, lo tengo que cambiar", le gritó a un anciano que la miraba con el ceño fruncido.
El cálculo que habitualmente hace la Policía para contabilizar la cantidad de gente es sencillo. Quienes están acostumbrados a lidiar con manifestaciones, aseguran que unas 500 personas pueden entrar por cuadra. Para tener una idea de la aglomeración de ayer, las 8.000 personas estaban amontonadas en sólo cuatro arterias a la redonda. Por esta situación, cada vez que alguien gritaba bingo, un grupo de banderilleros ataviados con chalecos fluorescentes se acercaban al galardonado y lo escoltaban, a fuerza de empujones, hacia el escenario mayor. Otro hecho que pintaba el panorama fue lo que le sucedió a una mujer que reside en la cuadra y no podía ingresar a su propia vivienda. "¡Cómo que no puedo pasar si estoy a metros de mi casa", se quejó ante la negativa de un efectivo policial.
En las adyacencias, unos 30 efectivos de Infantería de capital fueron distribuidos para actuar en caso de posibles disturbios. "No fuimos contratados por el candidato. Nos mandaron por la gran cantidad de gente", se limitó a informar un agente que prefirió permanecer en el anonimato.
A las 19, la expectativa crecía. No obstante, mucha gente comenzaba a abandonar el lugar con sus hijos a cuestas, expulsados por el frío que ya se hacía sentir. Los que a esa hora permanecían en el lugar, mantenían intacta la esperanza de irse manejando a su casa en auto nuevo. Poco importaban ya las palabras del locutor y del reiterado jingle del candidato que, para el próximo domingo, además de haber gastado en la impresión de votos, bolsones, publicidad, punteros y movilidad, también tendrá en su planilla, la erogación de un singular premio para sus votantes.