"Tal vez como todas las sustancias liberadas en el acto de la quema de cañaverales, matorrales y otras hierbas no producen lesiones o afecciones de carácter agudo, no se les da trascendencia. Pero dentro de unos años lamentablemente, así como estamos viendo un aumento de enfermedades respiratorias, se pueden esperar cánceres". Susana Albornoz Piossek de Ponce de León enciende la alarma al dar a conocer, junto a su colega, Sara Cristina Daives, un informe elaborado en la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Bioquímica de la UNT, a pedido de la Justicia Federal.

Según explica Daives, en la quema de caña se liberan gases, compuestos orgánicos persistentes, ceniza y humo.

"Si hablamos de los gases, son nada más y nada menos que causantes del efecto invernadero, tales como dióxido de carbono y metano; además se liberan algunos otros gases generadores de la lluvia ácida -dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno- que darán lugar al ácido sulfúrico y ácido nítrico, y de los carbonos que forman el ácido carbónico", indica.

"Entre los compuestos orgánicos persistentes, nada más y nada menos que compuestos como dioxinas y furanos, probados cancerígenos, que se liberan ante la quema de compuestos carbonados y clorados", agrega Ponce de León.

Depósitos

Además se depositan en los suelos y son trasladables lejos de donde han sido producidos, como a través del aire, del agua o de las especies migratorias. Se depositan también en los alimentos y llegan a las personas, y tienen la característica de su persistencia porque no se biodegradan, por ende van a permanecer en el ambiente mucho tiempo.

Con respecto al humo y a las cenizas, se trasladan por lugares insólitos porque se alejan del suelo hasta una cierta altura de la topósfera donde son llevados por el viento. "La ceniza contiene potasio y fundamentalmente sílice, productor de trastornos bronquiales pulmonares severos pero también esofágicos", informa Ponce de León.

Por el lado del humo, es causante de neblumo o smog fotoquímico, una condensación de la neblina o niebla formada por micropartículas de agua y el humo e impacta en los edificios, en la ropa, no sólo en la salud humana.

Desertización

Igualmente afectan a especies animales y en los vegetales se pierde el follaje. Por otro lado favorecen la desertización del suelo. La quema carboniza nutrientes del suelo y los transforma de compuestos orgánicos en inertes como es el carbono. Se queman especies y se pierde la biodiversidad. "Para que haya vida tiene que haber un equilibrio en la biodiversidad entre todas las especies, porque si bien hay especies que no se ven, a lo mejor están aireando el suelo -aporta Daives-. O sea que la desaparición de la biodiversidad y la desertización de los suelos es otro de los aspectos que no se toma en cuenta y que probablemente sea remediado muchas veces con fertilizantes que son, al fin y al cabo, productos químicos".

Ponce de León señala que la quema es una práctica sumamente nociva cuyo único beneficio es que abaratar los costos en la producción de azúcar.

"Esto ocurre en todos los países productores. Sin embargo en otros Estados hay más controles -advierte-. Existen formas de controlar la contaminación".

Toxicología regulatoria

Hay organismos internacionales que establecen niveles máximos permitidos. Además se realizan reuniones de expertos en el mundo donde se fijan las condiciones de la toxicología regulatoria y de la toxicología ambiental. Por un lado, los expertos asesoran a los gobiernos (protocolo de Kyoto, convenio de Estocolmo) y les dicen que lo mejor es no producir contaminación.

"Nuestro país está adherido a esos convenios -señala Ponce de León-. Sin embargo debieran de ponerse más controles porque el problema no es sólo nuestro sino que afectamos a nuestros vecinos".