"Recién le decía a una tía que deberíamos tener elecciones más seguido, así podemos encontrarnos con toda la familia", bromeó Ernesto Curia (h) en la puerta de la Escuela República de Paraguay, en Chile al 3.500. La unificación de los padrones masculinos y femeninos fue, en general, bien recibida: muchos consideraron que esta decisión transformó al acto electoral en una actividad familiar.
"Este es el clan Curia", afirmó Teresa Dorrhofer, de 75 años, orgullosa de haber votado junto a su hijo y a sus nietas. "Para nosotros el cambio es hermoso, porque venimos en familia. Lamentablemente a mi nuera, como tiene otro apellido, le toca en otra escuela, pero igual es hermoso", manifestó la electora.
Dorrhofer llegó a la escuela poco antes del mediodía, junto a su marido Ernesto Curia (78), su hijo, que también se llama Ernesto (50) y sus nietas Vanesa (25) y Fernanda (23). Las más chicas son las que se ocuparon de la comida, mientras los mayores iban a votar. "El almuerzo está casi listo, según las benjaminas", aseguró la abuela.
"Es muy lindo compartir esto. Lo disfrutamos porque, además, nos encontramos con otros parientes y con vecinos y amigos", manifestó Curia (h). Vanesa y Fernanda, por su parte, dijeron que sus abuelos son importantes a la hora de votar. "Ellos nos explicaron qué se elegía hoy porque están más informados", contó Vanesa.
Pero la unificación de padrones trajo dolores de cabeza para las personas acostumbradas a votar en la misma escuela desde hace muchos años. Es el caso de Ana María Stakelun, que se buscó en todas las mesas de la escuela Próspero Mena, en Tafí Viejo. "Siempre voté aquí. No se qué hacer", decía desesperada la mujer. Hasta que alguien le pidió sus datos y envió un mensaje de texto al número que habilitó la Justicia Electoral. La respuesta tardó segundos: esta vez votaba en otro establecimiento.
Los rostros colaboran
Don Segundo Quiroga, con sus 88 años, se levantó tempranito. Desayunó, tomó su bastón y caminó hasta la escuela Bascary, en La Florida. "Siempre voté aquí. Tengo que cumplir con mi voto", comentó Quiroga, luego de sufragar. "No se pierde nada con venir, y yo nunca me hice a un lado de mis responsabilidades", agregó el anciano. Para el hombre, las boletas de colores y las fotos de los candidatos no fueron una modificación menor. "No sé leer; soy redondo, como se dice por ahí. Pero entiendo algo, y las caras en las boletas me ayudaron mucho", comentó el señor. "Ya estoy acostumbrada a elegir lo que me gusta; no importa que tenga foto o no", opinó, por su parte, Julia Barrera, de 77.