Los senderos al costado del camino son dudosos. También son sospechosos los que andan por allí. Juan Marcelino Cuellar, comisionado municipal de San José del Boquerón (en el noroeste de Santiago del Estero), no es tan dubitativo. "¿Qué van a hacer tantas camionetas 4X4 con gente extraña, gente que no habla con nadie?", plantea. Y en seguida aclara: "no descarto que por las características del terreno esto sea zona de trasbordo o de paso de droga".

"Es cierto que vemos pasar avionetas por aquí, pero nosotros no podemos saber la misión que tienen. En general, se las ve pasar con dirección hacia el noroeste, hacia Campo Gallo y Monte Quemado", explica el funcionario, que se define como un "criollo", pequeño productor agropecuario de la zona. El comisionado, que busca su reelección en los próximos comicios, asegura que él mismo recorre el lugar en busca de pistas clandestinas. El poblado tiene unos 1.100 habitantes, desparramados en varios parajes. Al sector se lo conoce como El Ceibal. Se distingue porque en el primer caserío aparece un monolito, señal de dónde estuvo asentada la primera construcción jesuita.

"Aquí no hay pistas clandestinas. El monte es muy alto. No se dan las condiciones para esta actividad. Tampoco hay fincas desmontadas. Lo que sí no descarto es que la ruta pueda servir de tránsito para la droga. Estamos averiguando porque esto le preocupa a la gente", resalta.

La alerta para los pobladores y las autoridades se encendió a partir de la presencia de personas extrañas que pasan por allí en vehículos grandes y costosos, preparados para atravesar terrenos dificultosos, como lo es el camino de tierra que surca el pueblo y que conduce hacia Monte Quemado. "Uno está preocupado porque esto tiene que ver con la seguridad de la gente, pero tampoco tenemos los medios para controlar la circulación de vehículos que pasan. No estamos facultados para hacer investigaciones ni para parar a nadie en medio del camino a pedirle que se identifique", comenta. "Es verdad, puede haber intercambios de droga por tierra porque no hay puestos camineros ni policías en forma permanente por aquí", aclara, y en el fondo la imagen del destacamento policial N 12 con sus puertas cerradas es la mejor prueba de sus palabras.

"Habría que reforzar los controles y poner puestos camineros. Necesitamos más efectivos, y expertos porque la policía rural no está capacitada para la lucha contra organizaciones que ya están más perfeccionadas, como lo son los narcotraficantes", concluye.