Antes, la sociedad requería de las personas públicas, de las instituciones y de las corporaciones no solamente ser sino también parecer. Hoy, ese paradigma está cambiando y tiene que ver más con parecer lo que uno realmente es. Y esto tiene que ver con un cambio importante en la sociedad de los últimos tiempos, donde para el consumidor -a los efectos comerciales- o el ciudadano -en el plano político-, es muy importante la credibilidad de la persona que tiene al frente.

Este es uno de los signos distintivos de este tiempo: nosotros, que asesoramos en materia de comunicación a muchas empresas y corporaciones, advertimos que el gran desafío que tienen es ser creíbles. Esto se advierte de un modo más directo con lo que ocurrió con el golfista Tiger Woods luego del escándalo que terminó con su matrimonio. El deportista más importante de los Estados Unidos perdió todos sus sponsor, justamente, cuando perdió credibilidad.

No es extraño, por lo tanto, que en los países más desarrollados que el nuestro se esté buscando regular la credibilidad. Sobre todo con grandes emisores y formadores de opinión, como son los políticos. Con iniciativas como las que se impulsan en Francia, para que los dirigentes aclaran cuando retoquen sus fotos, lo que se quiere es que lo que los políticos muestren sea la realidad.

El caso del comercial de la empresas de cosméticos Dove (Ver Los políticos ya no dan la cara ni en los afiches), es una clara muestra acerca de cómo está cambiando la relación de empresas, en tanto instituciones, con la sociedad. Las firmas de cosmética, en general, acostumbran mostrarle a los consumidores personas que no son las comunes usando sus productos. Cambió ese paradignma y ahora ocurre lo contrario. Y la publicidad da cuenta de que debe ser así porque el uso abusivo de los elementos informáticos para cambiar imágenes ha hecho que los individuos que salen en los avisos ya no sean quienes son.

Justamente, el uso exagerado de herramientas como el PhotoShop hace que reaccionen quienes están pensando y luchando por el valor de la credibilidad. De hecho, ya hay regulaciones en el mundo corporativo, que obligan a aclarar en las publicidades que las imágenes de los productos que se ofrecen son meramente ilustrativas. La regulación ira in crescendo según pasen los años y entiendo que en algún momento las herramientas informáticas de fotoprocesamiento dejarán de ser usadas. Eso dependerá de la madurez de una sociedad que reclamará ver lo que verdaderamente es.