Entre las personalidades de nuestra cultura en el siglo XX merece sitio de honor don Julio Alberto Castillo. Era un caballero limeño nacido en 1876, que llegó a Tucumán siguiendo las huellas de su hermano, el célebre pintor Teófilo Castillo. Traía experiencia de periodista -había fundado en su tierra una buena revista, "Actualidades"- y de músico.
Se inició como gerente de la Casa Breyer, entonces renombrado negocio de instrumentos y partituras. Pronto empezó a colaborar en LA GACETA y en 1934 ingresó efectivamente a la redacción.
Tenía a su cargo una afamada columna, "De la escena musical". La firmaba con el seudónimo "Jack" y contenía tanto crítica de alta calidad como información de música local, nacional y del exterior. Se prodigó además en la Filarmónica de Tucumán, en la Sociedad Sarmiento y en la Comisión Provincial de Bellas Artes, de la que era consejero. Odiaba la figuración y actuaba siempre entre bambalinas. Entre los periodistas, gozaba del máximo respeto, y fue el fundador de la Sociedad Mutual de LA GACETA.
Era un hombre lleno de distinción: alto, de maneras desenvueltas, tenía en el trato la gracia de una vastísima cultura, una imaginación despierta y una sugestiva destreza verbal. Amaba las cosas bellas con pasión de coleccionista: viejos documentos, antiguos dibujos y pinturas, remotos sellos postales. Casado con doña Ercilia Portella, la fatalidad se llevó uno a uno sus tres hijos, en plena juventud. Pero esos golpes nunca lo hicieron amargo. Fue siempre un hombre bondadoso, con la mano tendida para ayudar al semejante. Don Julio Alberto Castillo murió en Tucumán, el 6 de junio de 1947.