Si la ciudad fuera un cuerpo los médicos ya le habrían diagnosticado sobrepeso y estrés. Los estudiosos habrían descubierto en ella que es más alta y más gorda que sus antepasados, pero a la vez más débil. Si la ciudad fuera un cuerpo se diría que está agobiada, saturada. Si se mirara al espejo, seríamos nosotros los sorprendidos. Estamos ahí, en su reflejo. Y nos pasa los mismo. La vida moderna nos cambió no sólo la forma de pensar; también la anatomía y la salud.
La ciudad no es sólo un espacio físico; su estructura modela los cuerpos de las personas, sus maneras de habitar y de sentir, aseguran los arqueólogos urbanos. Sólo por vivir urbanizados tenemos una anatomía diferente a la de nuestros antepasados, de acuerdo con las investigaciones.
Huesos más débiles, cerebros más pequeños y menor masa muscular son sólo algunas de las características que hemos adquirido en los últimos cientos de años por haber modernizado nuestras vidas. Hoy entrenamos más nuestros dedos (especialmente los pulgares) que nuestras piernas, caminamos menos pero comemos más y tenemos un cerebro sobrecargado, que está a merced de continuos bombardeos de estímulos externos, pero que no necesariamente por ello funciona mejor. Y la mirada se ha convertido en el más entrenado de los sentidos para la comunicación.
Más del 50% de la población mundial vive en ciudades y se calcula que en las próximas décadas la urbanidad será la forma de vida para la gran mayoría. En Latinoamérica el proceso se aceleró: el 80% ya está residiendo en metrópolis.
La Federación Internacional de la Cruz Roja hizo su advertencia. Entre los riesgos de la rápida urbanización del planeta señalaron el consumo de comida rápida, el cambio climático, la asistencia sanitaria deficiente y la creciente violencia urbana.
Los científicos plantean que si bien los seres humanos hemos ido evolucionando constantemente, la vida moderna ha apresurado el ritmo con el que se producen las modificaciones. Las nuevas generaciones van dibujando así nuevos estereotipos más regordetes y con unos centímetros más de altura. Los cambios siguen evaluándose día a día. Por ahora, nadie se arriesga a asegurar que todo tiempo pasado fue mejor.