En el pueblo hay edificios que recuperaron su fisonomía y color original. Ahora lucen distintos, como nuevos. Son construcciones centenarias con paredes de adobe y techos de jarilla y barro. La historia no se perdió, pero fue remozada.

El bar de Hugo Luis Castillo, conocido como "Petinichi", es uno de los que está remozado, con la fachada tal como lucía hace 130 años cuando su dueño, Pedro Marcelino Choque, la estrenó con su familia.

"Estoy muy agradecido con este trabajo que le cambió bastante la cara a esta casa, en la que vivo desde hace 18 años. Ahora está muy linda", comentó satisfecho don "Peti".

Son 10 los edificios de particulares, ubicados en los alrededores de la plaza San Martín, que resultaron favorecidos con un proyecto de recuperación de los frentes tradicionales. Lo puso en marcha el Ministerio de Turismo de la Nación, el Ente Tucumán Turismo y la comuna local. El estudio técnico estuvo a cargo de la Dirección de Patrimonio Histórico y la de Arquitectura y Urbanismo de la provincia. La mano de obra fue local.

El ministro de Turismo, Enrique Meyer, y el titular del Ente Tucumán Turismo, Bernardo Racedo Aragón, fueron los encargados de dejar inaugurados los trabajos.

"El turismo en Amaicha debe ser una auténtica muestra de lo autóctono, de lo que nos da la tierra. Hay que trabajar en forma mancomunada. Esta es una zona que tiene mucho que ofrecer al visitante. Nuestro compromiso es seguir brindando todo el apoyo necesario que demanden" dijo Meyer.

Según el comisionado comunal, Jorge Ávalo, la revalorización del patrimonio arquitectónico es vital para potenciar el atractivo del pueblo, rodeado de un paisaje que recibe muchos elogios de los visitantes. "El clima bondadoso y la tranquilidad que impera aquí también son parte de lo bueno que tenemos para ofrecer" agregó.

Lo que viene

Concluida la primera parte del proyecto ahora hay aprestos para el lanzamiento de la segunda etapa, que incluye la recuperación de fachadas de otros 10 edificios que se exhiben derruidos. Eduardo Nieva, cacique de la comunidad de Amaicha, le dijo a LA GACETA que las obras se complementan con otro proyecto económico y político para el autodesarrollo de esa población. "Procuramos un crecimiento con identidad. La idea es también que todos los bienes que se hagan aquí sean sanos, sin químicos, que abastezcan el mercado interno y que el remanente vaya hacia fuera con marca propia y colectiva", explicó.

"Se están creando unidades productivas comunitarias o individuales que trabajan en un marco de confianza y respeto. Tenemos recursos naturales y humanos suficientes como para generar un autodesarrollo sustentable", apuntó el cacique.

Así, en Amaicha está en construcción una panadería y proyectada una bodega comunitaria. Además se prepara la plantación de 70 hectáreas de algarrobo, que no solo servirán para promover la forestación, sino también para el aprovechamiento de los frutos en la elaboración de bebidas y dulces.

Los visitantes

Al acto también asistieron algunos de los visitantes que comenzaron a llegar para disfrutar de la temporada vacacional de invierno. "La revalorización del patrimonio arquitectónico debe ser insoslayable en comunidades como estas, que tienen potencialidades turísticas naturales y también edilicias. En buena hora que se trabaje para evitar la desaparición de estas construcciones, que tienen que ver con la historia del pueblo", comentó la cordobesa María Inés Gómez.

En estos días Amaicha comenzó a recobrar el movimiento propio de los días de vacaciones. Se estima que las 400 camas disponibles en hospedajes y hoteles de la zona van a permanecer ocupadas durante toda la temporada. De todos modos, también hay casas particulares y seis campings para quienes anhelen descansar en medio de los cerros, las salamancas (lugares cargados de energía, según los lugareños) y la incomparable tranquilidad vallista.