La pregunta es siempre la misma: ¿quién es? Se hizo famoso el 5 de junio de 1989. Con una bolsa de plástico en cada mano se paró frente a decenas de tanques para evitar que avanzaran sobre la plaza de Tiananmen. Y se convirtió en el símbolo de la resistencia. Nunca se supo quién era. Algunos dicen que días después el Gobierno chino ordenó su ejecución. Otros que aún sigue vivo, pero que se niega a contar su historia.
Desde hace más de tres años hay un grupo que reclama lo que es justo. Que exige que se le pague lo que valen. Que demanda que, si la salud de todos está en sus manos, merece no ser menos que quien cobra un plan social. Ese grupo de personas, los Autoconvocados, decidió pararse delante de los tanques. Y la reacción oficial, a minutos nada menos del Día de la Independencia, fue cobarde. Una horda de patoteros pagados por alguno de los funcionarios de turno creyó que la fuerza era más intimidante que la honestidad. Y con balines "mataron" un globo en el que pedían nada más, ni nada menos, que diálogo. Ayer hubo pocas banderas argentinas en el festejo patrio. Prevalecieron caras y colores identificados con candidatos. Cuando el gobernador pasó, los Autoconvocados decidieron enmudecer. Tal vez conocían las palabras de ese luchador por la paz que ayer fue acribillado en Guatemala. Facundo Cabral había dicho: "el bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso". Bien que lo supo aquel hombre de Tiananmen.