La gente le puso calor y color a la fría noche tucumana. Más de 20.000 personas se dieron cita a La Ciudadela y el partido arrancó con clima de fiesta. Cuando el equipo saltó a la cancha, aparecieron los fuegos artificiales y los papelitos lanzados desde la platea.
El "santo" se jugaba la permanencia en la categoría y sus hinchas volvían a decir presente, sin importar que el termómetro marcaba una sensación térmica de 2 grados. "Vamos, vamos, vamos Ciudadé, vamooos, Ciudadé...", se escuchó desde los cuatro costados apenas el árbitro indicó el inicio del cotejo. Pero a medida que pasaba el tiempo, los nervios comenzaron a apoderarse de los fanáticos. Iban 12 minutos cuando Lencina se demoró en realizar un saque de arco y la gente se enojó, en una clara muestra de que la paciencia se iba perdiendo. Después del primer cuarto de hora, el equipo se quedó y los hinchas se hicieron sentir. "Movete, ?santo? movete, movete dejate de joder, que esta hinchada está loca, hoy no podemos perder", gritaban desde la popular.
Estaba claro que había nervios adentro y afuera de la campo de juego. Y el clima se enrareció cuando Emanuel Reinoso abrió el marcador. Fue un balde de agua fría para el pueblo sanmartiniano, que inmediatamente se hizo sentir. "La camiseta del ?santo?, se tiene que transpirar, el que no sea del ?santo? que se vaya....", gritaron desde la popular de calle Rondeau, donde se ubicó la barrabrava de los albirrojos.
Y enseguida llegó la respuesta de los plateístas y de los seguidores ubicados en las tribunas populares de Pellegrini y de Bolívar. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", retrucaron. Pero la sorpresa mayor fue cuando entonaron: "ándate gordo, la p... que te parió". Los simpatizantes se sentían impotentes y exteriorizaban su bronca contra dirigentes y jugadores. Y a los pocos minutos aparecieron las corridas en la zona de la popular de Rondeau. Un grupo de hinchas comenzó a repartir golpes a todos los que intentaban gritar en contra del plantel o de los dirigentes. Mientras los jugadores iban en busca del empate, los "barras" seguían tirando piñas a los que se animaban a decir algo en contra de los "albirrojos".
En la platea alta no había barras para reprimir a los que hacían sentir su disconformidad. "Olé, olé, olé, Mirkin, Mirkin", entonaron en claro apoyo al actual secretario de Obras Públicas de la Provincia, que en un momento apareció como uno de los candidatos a postularse como presidente de los "santos".
San Martín sufrió un duro golpe deportivo, pero lo más grave fue que los violentos no les permitieron a los hinchas expresar libremente su malestar por la actualidad que vive el club de La Ciudadela.