SAN JUAN (Diego Jemio, especial para LA GACETA).- Pese a ser un día laborable, parecía domingo en la capital sanjuanina. Un domingo de fútbol, claro, a la espera de dos resultados importantes para la vida deportiva de la provincia. Por un lado, el de Desamparados-San Martín. Y también el de Gimnasia-Huracán, del que saldría el rival de San Martín de San Juan en la Promoción, por un lugar en Primera.

Los canales locales transmitieron en vivo desde el estadio de Desamparados y las radios comenzaron la previa más de dos horas antes del inicio del partido. A metros de la cancha, se instalaron los vendedores de las camisetas del "víbora". Aunque la tradicional es la verde y blanca a bastones, la mayoría prefirió la alternativa, naranja con toques verdes en los hombros. ¿El número más elegido? El "10" de Matías Garrido, el crack del equipo.

Aunque se anunció que las 8.000 entradas estaban agotadas, se habilitó temprano un puesto de ventas en la cancha. A media hora del partido, todavía se veían algunos blancos, que se terminaron de llenar.

Al final del partido, con el 1 a 0 a favor del local, la sensación era de satisfacción, pero los simpatizantes -al menos en la zona de la platea- se quedaron pensando que la diferencia fue mínima y que se podría haber logrado más de un gol.

Justamente, luego del partido, alguien le preguntó al técnico Daniel Garay sobre la presión que sentirá Desamparados cuando deba jugar en La Ciudadela a estadio repleto. El hombre fue muy claro. "Este equipo jugó en Salta ante Central Norte, que lleva más de 15.000 personas por partido. Logramos un empate y llegamos a esta instancia. O sea que sabemos jugar con la presión de 5.000 o 10.000 personas más. Creo que se le da demasiada importancia al local en el fútbol. La gente está afuera y no entra. El partido se juega adentro y son 11 contra 11. No hay mucho misterio", finalizó Garay.