Cuenta la leyenda que cuando Salomón se propuso construir el gran templo de Jerusalén le pidió al más grande arquitecto de la antigüedad, Hiram Abif, que se encargara de la titánica tarea. El sabio rey había recibido del mismo Dios el diseño del templo, y ese diseño fue transmitido a Hiram Abif en el mayor de los secretos. Esto generó la envidia de tres albañiles novatos que creían que ese secreto les otorgaría poderes mágicos. Cegados por la ambición, los tres ayudantes intentaron por la fuerza arrancarle a Hiram Abif el fabuloso secreto. Como no lo consiguieron, asesinaron al arquitecto con una piedra, una escuadra y un compás. Con el paso de los siglos, esas herramientas -la piedra, la escuadra y el compás- se convirtieron en los símbolos de una de las sociedades secretas más antiguas y misteriosas del mundo: la masonería.

Considerada a lo largo de la historia como precursora de revoluciones sangrientas y acusada de fomentar un plan macabro para apoderarse del mundo, la masonería sigue siendo vista con recelo en nuestro tiempo. Sin embargo, sus miembros insisten en que sólo integran una fraternidad con inclinación cívica y aspiraciones espirituales. ¿Cuál es la verdad de los masones? ¿Cuál es su secreto? "El secreto es que no existe ningún secreto", advirtió Angel Jorge Clavero, gran maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, que acaba de ser reelecto y semanas atrás se reunió en Tucumán con los masones de la logia Estrella. En diálogo exclusivo con LA GACETA, Clavero desmitificó la actividad de la institución y reveló algunas verdades que, según dijo, no son ni secretas ni misteriosas.

- ¿Qué es la masonería?

- Es una institución esencialmente filosófica, filantrópica, laica y progresista. Pero, sobre todo, es iniciática, porque a la institución se ingresa con un ritual de iniciación en lo que nosotros llamamos "los augustos misterios de la antigüedad". La historia de la masonería arranca en la Edad Media, en el gremio de los constructores de catedrales; pero cuando esa época pasó, la fraternidad se volvió especulativa y, a fines del siglo XVII, se convirtió en una agrupación de libre pensamiento. Su objetivo principal es formar al hombre espiritualmente en valores que hoy ya no se encuentran en la sociedad, como la tolerancia y la justicia. El término masón deriva del francés maçon, que significa albañil.

- ¿Podría decirse que hay un nuevo auge de la masonería?

- Sin duda. Desde que nosotros asumimos, hace tres años, la masonería ha tenido un crecimiento importante en la Argentina. Y eso se debe a que decidimos abrirnos a los medios de comunicación para contar los que somos y lo que hacemos. Porque la masonería no tiene nada que esconder y sí mucho para ofrecer.

- ¿Eso quiere decir que ya no es una sociedad secreta?

- La masonería nunca fue una sociedad secreta. Muy por el contrario, mantenemos un cierto nivel de discreción. Lo que pasa es que, en algunos momentos de la historia, la fraternidad fue perseguida en forma encarnizada y, por lo tanto, sus miembros debían reunirse en secreto para evitar su exterminio. De esta forma pudo sobrevivir a las reformas europeas, al nazismo, al estalinismo, al franquismo y, en la Argentina, también al último gobierno militar, entre otros regímenes totalitarios. Hoy la masonería sigue siendo una mala palabra en nuestro país porque es sinónimo de libre pensamiento. Nosotros aspiramos a la búsqueda de la verdad apoyados por la razón. No aceptamos ninguna verdad revelada. Por eso todos los fanatismos nos combaten.

- ¿Esa es la razón de que aún sigan excomulgados por la Iglesia Católica?

- Sí. Aunque nosotros no tenemos ningún tipo de problema con la Iglesia porque no somos una asociación religiosa. A tal punto que en la logias aceptamos hombres de distintas religiones. Yo mismo provengo de un hogar católico y tengo mis hijos bautizados por la Iglesia. Soy el gran maestre de la masonería argentina, pero no un fanático ni un dogmático.

- ¿Hay un secreto masón?

- El único secreto es que no hay tal secreto. El secreto es lo que uno vive internamente. Nuestra militancia es vivencial. El que no la vive, no puede entenderla. Eso sí, yo puedo reconocer públicamente que soy masón, pero no puedo revelar la pertenencia a la institución de ninguna otra persona. En ese sentido, la discreción se mantiene inalterable. Al igual que todo lo que se trata en las reuniones de cada una de las logias.

- También se mantiene en secreto el ritual de iniciación...

- Sí. Pero eso se debe a que en el ritual se utilizan símbolos que sólo pueden entender los hermanos masones. De hecho, en nuestro aprendizaje utilizamos el método simbólico de estudio y eso se aplica y se luce en los rituales.

- ¿La masonería tiene algún tipo de relación con otras sectas secretas como los Illuminati, los Rosacruces o el Priorato de Sión?

- No, ninguna. Somos una institución milenaria que no tiene ramificaciones.

- La telenovela "El elegido" hace un planteo un poco diferente de la masonería. La presenta como una secta más bien oscura y satánica. ¿Qué dicen ustedes de esa visión?

- Que es ficción. Y nosotros somos una realidad. La realidad no puede ponerse a discutir con la ficción. No podemos debatir con el libretista de la novela porque la historia es un invento cargado de subjetividad, a menudo de muy mal gusto. De ninguna manera estamos vinculados al mal. Muy por el contrario, nuestro objetivo es llegar a la luz del conocimiento. Por suerte esta mala prensa no nos ha afectado en nada y la masonería sigue teniendo auge en las nuevas generaciones.

- En su última novela, "El símbolo perdido", Dan Brown también habla de los masones... Aunque los trata un poco mejor.

- Si. Es más piadoso. Debe ser porque en Estados Unidos la masonería ha tenido y sigue teniendo un auge extraordinario y está más inmersa en la sociedad. Y eso que Dan Brown no es masón.