BUENOS AIRES.- El episodio que salpica a la Asociación Madres de Plaza de Mayo por los manejos indebidos de sus fondos por parte de Sergio Schoklender, ofrece la oportunidad para ir a la cuestión de fondo y, más allá del reconocimiento a la valiente labor que realizaron durante la dictadura militar, plantearse si realmente esta emblemática organización y otras vinculadas a la defensa de los Derechos Humanos en el país están haciendo una honesta defensa de los mismos. Por ejemplo, ¿cuándo se escuchó a los "organismos" alzar la voz ante a los atropellos a las violaciones a los DDHH en países gobernados por regímenes que son dictaduras? ¿O por las relaciones carnales del kirchnerismo con la dictadura fascista de China? ¿Se manifestaron por la visita de la Presidenta a los países de Africa, ante cuyos regímenes represivos se levantaron sus pueblos? ¿No consideraron una ofensa a la lucha el que la Presidenta y el dictador libio Gadaffi se hayan repartido elogios?
Al parecer, los "organismos" olvidaron la solidaridad recibida de funcionarios de gobiernos democráticos frente a los jerarcas de la dictadura militar, como fue el caso de la estadounidense Patricia Derian, condecorada por la propia Cristina de Kirchner. Ciertamente, la solidaridad democrática internacional no fue una característica de las organizaciones de DDHH, las que, al igual que el Gobierno, fueron más amistosas con los dictadores que con los activistas que los padecen.
Pero sin dudas, el caso con mayor evidencia sobre la corrupción del concepto de los Derechos Humanos y su falsa defensa por parte del establishment de los "organismos", es la pública simpatía o el cómplice silencio ante una dictadura tan impúdica como la cubana que, además, ¡fue aliada de los militares argentinos! La entidad que lidera Bonafini publicó que en la primera visita de Hebe a Cuba, Fidel Castro "se declara amigo fiel y compañero, coronando el amor de nuestro pueblo hacia la Revolución". Ella se alojó en las residencias donde la dictadura recibe con todos los privilegios a sus cómplices del extranjero. La "moderada" Estela de Carlotto, de Abuelas, también compartió el palco en desfiles junto a Fidel en Cuba y nunca se le escuchó una condena pública a ese régimen represivo. Los "organismos" -en especial Bonafini- nunca compartieron el idealismo liberal de la Declaración Universal de los DDHH, cuyo concepto han corrompido generando un daño en la cultura democrática argentina, y encontraron en el kirchnerismo su mejor expresión política. (DyN)