Bajo la sombra de una Santa Rita, Margarita Díaz y Carmela Corrales Sánchez charlan animadamente mientras venden pestiños (frituras pequeñas). Son dulces típicos españoles, algunos a base de anís y vino. No dejan ni un minuto de reírse y de hacer bromas; parecen del comité de animación de la fiesta. "Nosotras siempre la pasamos bien", explica Carmela, con su tonada malagueña de la que todavía le queda "alguillo".

Ayer, más de 1.000 personas compartieron una romería al mejor estilo andaluz en honor a la Virgen del Rocío, patrona de esa región, específicamente, del pueblo de Almonte y de la provincia de Huelva. La fiesta se inició con una misa en la iglesia de la Medalla Milagrosa y luego una procesión con la imagen de la Virgen hasta la Casa de la Cultura, en el parque 9 de Julio. Allí se colocaron las carpas y el escenario para la gran fiesta patronal, organizada por el Centro Andaluz "Federico García Lorca".

La gente no paraba de llegar. Desde las humeantes pailas, los platos de paella valenciana (con pollo) salían como agua. Diez pailas gigantes se repartieron entre unos 800 comensales; otros optaron por un plato más criollo: las empanadas, que desaparecieron al instante.

A un costado del escenario Manolo Ayudarte, de 78 años, esperaba su turno para subir a cantar flamenco. "Me crié en un ambiente español (sus padres eran oriundos de Andalucía) y me salió de adentro. Esto es algo con lo que se nace y luego se cultiva", explicó.

El baile y los cantos comenzaron a las 14, cuando todavía la fila para comprar una porción de paella era larguísima. Cristina Rodríguez de García, presidenta del centro andaluz, no podía creer la convocatoria. "Todos los años viene mucha gente, incluso de otras colectividades, porque toda América le rinde honores a la Virgen, pero este año no calculamos que fueran tantos", comentó. La advocación de la Virgen del Rocío tiene una particularidad -indicó-, y es que se trata de una Virgen de gozo y alegría, a diferencia de la mayoría de las otras advocaciones españolas, que son de dolor.

El olor de la paella, la gente y el toque de las castañuelas transportaban a María Teresa García a la España de sus padres. Se la notaba emocionada. "Al no poder viajar, siento que aquí es como estar en Andalucía", contó. Ella toca la caña, instrumento típico andaluz realizado con caña de Tacuara, y está orgullosa de decir que es la única persona en Argentina que lo hace. "Me enseñó un vecino español cuando tenía 10 años, es ideal para seguir el paso doble", agregó. Ella misma fabrica el instrumento, cuyo sonido es parecido al de las tradicionales castañuelas. "La diferencia es que las castañuelas son de toda España, mientras que la caña es sólo de Andalucía", explicó.

Entre los vestidos típicos españoles, las flores en el cabello y las pañoletas negras bordadas con colores vivos, también estaban los gauchos de la agrupación Nuestra Señora de Luján, que habían ido a participar de la romería.

El sol iba cayendo, pero la algarabía no. En el escenario se sucedían los grupos de danzas españolas del centro andaluz y los cantores que interpretaron melodías del folclore español, más tarde zambas y chacareras, y hasta comparsas bolivianas.