La ex agente Ema Hortensia Gómez dice que tiene fe en el tribunal. Pero está contra las cuerdas. Un informe confirma que había pólvora en su mano derecha, indicio firme de que pudo haberle disparado con un arma de fuego a su ex novio, el juez Héctor Agustín Aráoz. Las pericias genéticas también la complican (había un cabello suyo en la mano cerrada del magistrado; tenía restos biológicos de la víctima bajo las uñas; sus prendas estaban impregnadas con sangre del juez). Hasta otros de los acusados (los ex oficiales Darío Pérez y Andrés Fabersani) la señalan como autora del asesinato. Ella, luego, les devolvió las "gentilezas".

A su favor, Ema Gómez tiene algunas cartas. Ningún testigo la vio en la casa del magistrado la tarde del crimen. Además, su defensor, Mario Mirra, pidió la exclusión de varias de las pruebas clave. ¿Le alcanzará?

El ex oficial dio una coartada, aunque le fallaron los testigos
El ex oficial Alejandro Darío Pérez no se cansó de contar qué hizo el día del asesinato del juez Héctor Agustín Aráoz. Pero su coartada no fue tan firme como esperaba. Relató que hizo varios viajes en su remise esa tarde. Pero los supuestos pasajeros que trasladó nunca aparecieron. También afirmó que había estado con un colega a la hora en que supuestamente se cometió el crimen. Pero su amigo lo desmintió ante el tribunal.

También hay pruebas firmes en su contra. El dermotest(pericia que detecta pólvora en las manos) le dio positivo. Nunca pudo justificar por qué. Un informe indica que su arma fue la utilizada para cometer el crimen. Una pericia posterior le da sustento a esta posibilidad; y un tercer examen echa por tierra los dos anteriores. Esta cuestión será clave para Pérez. En cuál pericia se base el tribunal para dar el fallo signará el futuro del ex oficial.