¿Actuaron de buena fe? ¿Trataron de encubrir el crimen? ¿Forman parte de lo que en la causa se denominó "mafia policial"? Estas son las tres posibilidades que les caben a los tres ex empleados de la comisaría de Banda del Río Salí, el comisario (r) Rodolfo Domínguez; el ex oficial Andrés Fabersani y el oficial Rubén Albornoz.
Este, justamente, abrirá la última jornada del juicio oral y público por el crimen del juez Héctor Agustín Aráoz. A las 9 de hoy, dará sus palabras finales. Luego, se sentará a esperar el veredicto.
Domínguez, Fabersani y Albornoz tuvieron estrategias distintas.
El primero, como jefe de la comisaría, defendió a capa y espada el procedimiento de aquel día. Dijo que, como policía, estaba autorizado a atravesar tres ciudades (Banda del Río Salí; San Miguel de Tucumán y Yerba Buena) para constatar si el juez Aráoz estaba muerto. Pero no dio un argumento convincente sobre por qué no llamó al fiscal de turno o al jefe de la comisaría de Yerba Buena, y por qué no pidió una ambulancia.
Fabersani, en tanto, optó por atacar a Ema Hortensia Gómez y brindó su propia hipótesis sobre cómo ella habría perpetrado el homicidio. Fue el acusado que más habló a lo largo del juicio.
Albornoz fue su antónimo. Discreto, se limitó a decir que cumplió órdenes de su jefe, Domínguez. Y aseguró que nunca antes había visto a Ema Gómez.