WASHINGTON, Estados Unidos.- La noticia de la muerte de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda y responsable de los atentados a la Torres Gemelas en 2001, fue tomada con euforia en Occidente pero también con cautela y temor. Ante la posibilidad de que los seguidores del terrorista tomen represalias para vengar su muerte, se desató la alerta mundial, y Gobiernos de Estados Unidos y Europa reforzaron la seguridad en embajadas y en sus tropas en el exterior, especialmente, informó el diario español "El País".

Intentando evitar futuros conflictos, el presidente Barack Obama sostuvo ayer que Bin Laden no era un líder musulmán y que Estados Unidos no está en guerra contra esa confesión religiosa. En tanto, desde el Departamento de Estado de ese país, recomendaron a los ciudadanos en el exterior que extremen las medidas de precaución. "Dada la incertidumbre y la volatilidad de la actual situación, urgimos a los ciudadanos estadounidenses en áreas donde estos acontecimientos pueden causar violencia antiestadounidense a limitar sus viajes fuera de sus casas y hoteles y a evitar concentraciones y demostraciones masivas".

Según la información oficial, el líder de Al Qaeda murió de dos balazos propinados por miembros de un cuerpo especial de la Marina norteamericana que ingresó a su masión de Abbottabad. La bala que terminó con su vida impactó arriba de su ojo izquierdo y destruyó parte de su cráneo. (Especial)