Llega el gran día. Mañana, cuando gran parte de los argentinos todavía estén durmiendo, Gran Bretaña habrá sacudido ya toda su modorra. Las cinco horas de diferencia entre los dos países aseguran el desvelo para aquellos compatriotas ansiosos que quieran participar "en vivo".
Para los protagonistas la jornada está estrictamente cronometrada. La maquinaria se pondrá en movimiento a las 3.15, hora argentina (8.15 de la mañana en Inglaterra), cuando empiecen a ingresar los primeros invitados por la Gran Puerta del Norte de la abadía de Westminster. Los motores habrán empezado a calentar mucho antes, claro está. Basta imaginarse, por ejemplo, el ajetreo de modistas, maquilladores y peluqueros en el hotel donde la novia habrá pasado su última noche de plebeya.
Dos horas se prevén para que la gente se acomode en sus lugares, y entonces se bajará la bandera de salida:
5.10: William saldrá de la residencia de su padre con su hermano Henry, padrino de boda. Llegarán a la abadía cinco minutos después.
5.20: la madre y el hermano de Kate dejarán el hotel.
5.25: los miembros menores de la familia real saldrán del palacio de Buckingham.
5.35: harán lo propio los tíos del novio y los miembros de su familia.
5.38: el príncipe Carlos partirá de su residencia con su esposa, Camila.
5.40: la reina Isabel y el príncipe Felipe se dirigirán a la abadía. Serán los últimos que ingresen, a excepción del cortejo nupcial.
5.51: la novia y su padre inician el camino al templo. Uno de los secretos mejor guardados, el del vestido, se develará.
Cuando el famoso Big Ben haga sonar sus 11 campanadas, la música invadirá la nave gótica de la abadía y Kate, nerviosa y apoyada en el brazo de su padre, avanzará hacia el altar. Fin de la primera etapa del rally nupcial.
El momento esperado
La ceremonia durará una hora y 15 minutos. El deán de Westminster, John Hall, oficiará la ceremonia; el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, los casará; y el obispo de Londres, reverendo Richard Chartres, amigo personal del príncipe Carlos, ofrecerá el sermón. A las 7.15 los recién casados abandonarán la abadía e iniciarán en un carruaje el lento recorrido hacia al palacio de Buckingham, acompañados por familiares y damas de honor, y aclamados por súbditos y curiosos. ¡Se hacen preces porque no llueva!
Y a las 8.25, cuando se asomen al balcón, la multitud esperará ansiosa el primer beso en público. Y rezará para que todo, todo, todo siga saliendo igual de bien. The end.