En la antigüedad era considerado un arte imprescindible. Pero hoy casi nadie lo practica. El epitafio, ese pensamiento último que se escribe para honrar a un difunto, solía acompañar el descanso de pensadores y guerreros, de científicos y religiosos, de artistas y poetas. En Tucumán, los epitafios se encuentran sólo en las tumbas de algunos personajes ilustres como las de Guillermina Leston de Guzmán o Benjamín Matienzo.