Una ciudad que crece de frente a la edificación y de espaldas a la urbanización. Una ciudad fracturada que le da la espalda al río y a quienes han ido poblando esa ribera. Esas características usa para describir a San Miguel de Tucumán la arquitecta Marta Casares. La experta va más allá: asegura que la ciudad se encuentra demasiado lejos de la sustentabilidad. El motivo principal de ello es el desequilibrio entre lo económico, lo ambiental y lo social.

Casares, que es profesora asociada de la cátedra de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura (UNT), ha integrado el equipo que realizó el informe GEO, sobre el estado del ambiente de la capital, que auspició la ONU.

"Cuando hablamos de ciudad sustentable nos referimos a metrópolis que tengan una relación amigable y sostenible en el tiempo respecto del sistema físico en el que se asientan. Se trata de una urbe que, además, es capaz de distribuir bienes y servicios con equidad, una ciudad que desarrolla actividades económicas que no agreden el entorno social y cultural", apunta.

La urbanista prefiere hablar de las ciudades sostenibles como una quimera; es decir, todo aquello que se puede proponer la imaginación como posible. "La sustentabilidad tiene que ser siempre una búsqueda, una responsabilidad de esta generación para las próximas generaciones", sostiene.

Cuando se le pregunta cuán lejos está San Miguel de Tucumán de ser una ciudad sostenible, la especialista opina que bastante. "Ni siquiera empezamos a transitar ese camino, no está planteado en nuestra agenda de prioridades; tal vez porque tenemos muchas otras agendas vencidas", explica.

"Tenemos un modelo de crecimiento que consume en forma desmedida los recursos naturales. Las diferentes actividades afectan excesivamente el aire, el agua y el suelo. Vivimos en una sociedad que contamina mucho. Hay varias cuestiones por resolver: el tratamiento de los residuos urbanos debe ser algo prioritario. El transporte vicia demasiado la atmósfera y nadie controla eso. Si analizamos el agua también, los datos son desalentadores. No hay regulación sobre el uso del líquido ni sobre la contaminación de los cursos de agua de la provincia", resalta la docente.

Finalmente, Casares define el punto más crítico de la metrópolis: "tenemos una sociedad sumamente inequitativa. Mientras sigamos con altos índices de pobreza, la ciudad sustentable siempre va a estar lejos", concluye.