"Personalmente le pedí que haga una investigación completa. Tenía que determinar quién entregó los elementos que buscamos y entrevistarse con las personas que estaban en la comisaría en esa época. Son gestiones dinámicas que le encargué", le dijo el presidente del tribunal, Pedro Roldán Vázquez, al jefe de la comisaría de Yerba Buena, José Osvaldo Lezama. Y la reprimenda retumbó en el auditorio.

Es que aún es un misterio qué ocurrió con algunos elementos que fueron secuestrados en el marco de la causa por el crimen del juez Héctor Agustín Aráoz, ultimado hace más de seis años en su casa de Yerba Buena.

El teléfono celular de Alejandro Darío Pérez; la cartera que Ema Hortensia Gómez tenía el día del hecho; un botón metálico; y una revista sobre perros -sin tapa- son algunas de las pruebas que desaparecieron y que Lezama debía hallar por orden de los jueces.

En la búsqueda, el comisario se topó con otra "desaparición". El libro de Secuestros y Depósitos de la comisaría, del año 2004 no aparece. "En enero habíamos remitido los libros que estaban en la dependencia al Archivo de la Policía. Como no encontramos ninguno de los elementos que nos requerían, buscamos en los distintos registros que se llevan en la repartición", explicó Lezama. En ese cuaderno debería figurar el destino de los elementos buscados. Pero no solamente no pudieron encontrar los tomos correspondientes a noviembre y diciembre de 2004. El libro de más vieja data es de los años 2000 y 2001, y el próximo comienza desde hace unos dos años atrás. Cinco años de registros de secuestros desaparecieron. Así, nadie sabe aún que pasó con aquellas pruebas.

La cartera de Gómez fue incautada la misma noche del crimen. El ex oficial Pérez entregó su teléfono el 28 de noviembre de 2004. Ambos están acusados de ser los homicidas de Aráoz. Por su parte, Rodolfo Domínguez, Andrés Fabersani y Rubén Albornoz están imputados de incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado.

A pesar de las explicaciones que brindó Lezama, Roldán Vázquez lo conminó a que culmine su tarea y revise los libros de guardias y novedades de la comisaría. Allí debería estar el dato que permita dar con los objetos secuestrados.

"Pero son más de 60 libros desde 2004 hasta la fecha. Tengo además mi trabajo como comisario", contestó Lezama. Pero el tribunal desoyó su queja y le ordenó que emplee todos los recursos que están a su alcance para encontrar esos elementos. "Si no está capacitado, lo relevo", le dijo Roldán Vázquez. "Voy a seguir con los trámites e informaré las novedades", manifestó el comisario.