"Ya le advertimos que sus modales son bruscos. Le pido que no sea torpe y trate de bajar la voz". La advertencia del presidente del Tribunal, Pedro Roldán Vázquez, resume la declaración de un testigo que, desde que comenzó el debate, se avizoraba polémica. Juan Roque Romano, quien estuvo imputado en la causa por el delito de encubrimiento, se sentó ayer frente a los miembros de la Sala I de la Cámara Penal, Roldán Vázquez, Emilio Páez de la Torre y Carlos Norry y dio su testimonio.

Romano es dueño de la remisería Tucumán Modelo Remis. Allí trabajaba Alejandro Darío Pérez el 26 de noviembre de 2004, cuando el juez de Menores Héctor Agustín Aráoz fue asesinado en su casa de avenida Aconquija 2.950, en Yerba Buena.

La principal coartada de Pérez, a quien el fiscal de Instrucción Guillermo Herrera acusó de haber matado a Aráoz de diez disparos con su arma reglamentaria, es que estuvo todo el día trabajando en su auto como remise. Romano contó que al día siguiente del crimen se encontraba en el negocio, cuando llegó Pérez y le comentó que habían asesinado a un juez.

"Me preguntó por la dirección de (Andrés) Fabersani, ya que sabía que el había realizado las primeras actuaciones en el caso. Yo le indiqué y se fue", relató Romano, que es oficial auxiliar en la Policía, aunque se encuentra en situación pasiva con nota médica, según declaró, desde hace dos años y dos meses. "Percibo un porcentaje de mi sueldo. Cuando sucedió este hecho, yo trabajaba en la División Bomberos", dijo el policía al identificarse ante el Tribunal.

Según la versión de Romano, a los pocos minutos que se retiró Pérez llegó el subcomisario Luis Alberto Núñez, jefe de la División Seguridad Personal de la Policía. "Lo hice pasar a mi oficina y me preguntó cómo podía ubicarlo a Pérez. Le dije que recién se retiraba, y lo intentamos ubicar a través de la radio pero no respondió. Me dejó un número de teléfono para que Pérez lo llame cuando vuelva", dijo Romano.

El primer dato polémico que brindó Romano, es el inicio de las actividades de su empresa. "La remisería comenzó a funcionar aproximadamente en octubre de 2004", le dijo a Roldán Vázquez. Aunque en horas de la tarde, se rectificó y afirmó que la fecha de inicio fue en octubre, pero del año 2003. Gabriela Mansilla, que era operadora de base en el negocio y que declaró antes que su ex jefe, había afirmado que llevaba unos tres años trabajando en ese lugar cuando se cometió el crimen.

Roldán Vázquez le hizo notar esa contradicción. "Habrá trabajado en otra remisería. Esa fecha de acuerdo a los impuestos que tengo pagados", alegó Romano. Pero la fiscala de Cámara Juana Prieto de Sólimo no le creyó. "¿Es la fecha que empezó a funcionar o la que ?blanqueó? el negocio?", preguntó. "No tengo que blanquear ni ocultar nada a nadie. Yo no oculto las cosas", gritó el oficial, en lo que fue el primer cruce que tuvo en la jornada. "Baje el tono. No se ponga nervioso", le recomendó la fiscala.

El dato no es menor, teniendo en cuenta que Fabersani había comentado que realizó algunos viajes para Romano, un tiempo antes. El dueño de la remisería explicó que todos esos acontecimientos sucedieron en el lapso de dos meses. "Empezó con cinco autos y al poco tiempo ya tenía 180", ironizó Prieto de Sólimo. "¿Acaso no me puede ir bien en un negocio?", le respondió Romano.

Por el crimen de Aráoz están imputados, además de Pérez, la ex agente Ema Hortensia Gómez, que había sido novia del juez y a quien Herrera la acusó de homicidio; y los ex policías de Banda del Río Salí Rodolfo Domínguez, Fabersani y Rubén Albornoz, imputados de incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado.

Por la tarde, la declaración de Romano comenzó con otra polémica. La fiscala Prieto le preguntó por qué no había colaborado con Núñez, cuando el subcomisario solicitaba datos sobre Pérez. "No me caía bien. Fuimos compañeros en la Escuela de Policía y era una persona sin códigos", afirmó. Pero Prieto fue por más e indagó sobre por qué no colaboró con una investigación siendo policía. "Lo último que haría en mi vida sería colaborar con el fiscal Herrera. Es más si me dice que tiene sed, le echo sal en la boca", remató.

Luego, ante una pregunta del abogado querellante Dante Ibáñez, acerca de si Fabersani y Pérez eran capaz de llegar a matar, Romano expresó que nunca había visto una actitud sospechosa en los acusados. "Fabersani era ?piñador?, pero de ahí a que mate no creo", aseveró. "¿Qué es piñador?", fue por más Ibáñez. Pero Romano fue contundente. "Peleador, que se la banca", dijo. "Peleador o apretador", indagó la querella. "Eso lo dijo usted, no yo", finalizó Romano.