"Hace 22 años vivo acá. Sin embargo, esta cultura me sigue sorprendiendo. Hay preocupación, pero nadie entra en pánico; no se ven robos ni saqueos, tampoco escenas de desesperación. La gente hace dos horas de cola para cargar 20 litros de combustible o para pagar en el supermercado. Y nadie se pelea ni grita". El que habla Sergio Omar Gushiken, un argentino que reside en Fujisawa-shi, una ciudad de Kanagawa que está ubicada a 50 kilómetros al sur de Tokio. Diez días después del terremoto y el tsunami que devastaron parte de Japón, y cuando la amenaza de una catástrofe nuclear sigue latente, el compatriota chateó con los lectores de LA GACETA.com. A las 11.30, Gushiken se instaló delante de su monitor para relatar sus vivencias, durante casi dos horas. Por momentos, el flujo de la charla se tornó dificultoso, debido a inconvenientes en la conectividad en su ciudad. LA GACETA ©