Cinco imputados que niegan las acusaciones. Un hombre asesinado de nueve balazos. Los primeros, eran policías. El último, un magistrado de la provincia. El complejo entramado que envuelve al crimen del juez de Menores Héctor Agustín Aráoz es lo que se trata de simplificar con los testigos que declaran en el juicio oral.

La ex agente Ema Hortensia Gómez, acusada de homicidio, era novia de Aráoz. Según la versión de la familia del juez, habían roto la relación dos semanas antes del 26 de noviembre de 2004, cuando ocurrió el crimen. Ella trabajaba en el instituto Roca, donde conoció al oficial Alejandro Darío Pérez, el otro acusado por el homicidio.

Algunos testigos e incluso el fiscal Guillermo Herrera afirman que ellos mantenían una relación sentimental. Pérez y Gómez lo niegan. El dijo que apenas eran conocidos y que en un par de ocasiones la había llevado en su remise hasta la terminal de Ómnibus. Ella declaró que eran confidentes.

Andrés Fabersani, el policía a quien contactó Gómez la noche del crimen, ya que tenían un conocido en común, contó que conoció a Pérez en la Escuela de Policía. Lo que no dijo es que ambos trabajaron juntos en la Brigada de Investigaciones Norte entre noviembre de 2002 y febrero de 2003, según consta en sus fojas de servicios.

Rodolfo Domínguez, que era comisario de Banda del Río Salí, trabajó con Pérez en la seccional 7ª en 1998. Además, durante pocos días fueron compañeros en el Comando Radioeléctrico, en 2003. Domínguez, por ser jefe de comisaría, se comunicó con Aráoz cuando detenía a menores de edad. Rubén Albornoz es el único de los imputados que conocería a algunos de los involucrados sólo por ser compañeros en el momento del hecho. Trabajaba en Banda del Río Salí bajo las órdenes de Domínguez, y allí habría conocido a Fabersani.

Estas relaciones comenzaron a salir a la luz, luego de la declaración del oficial Gustavo Beltrán, que labró el acta inicial del expediente. Beltrán afirmó que conoció a Pérez en la Escuela de Policía, pero que no lo frecuentó después. Beltrán contó que consiguió el teléfono de Pérez a través de un ex compañero. Pero la fiscala Juana Prieto de Sólimo está convencida que tenían un trato frecuente, y que habría ayudado a encubrir el crimen. La confirmación o no de estas relaciones previas, serán el eje del debate en los próximos días.