BUENOS AIRES.- La ya disparada puja salarial, que parece ir a tensarse en las próximas semanas y alcanzar su clímax cuando arrecie la campaña electoral, puede convertirse en una bomba de tiempo de imprevisibles consecuencias. Las inconsistencias de la economía argentina, donde la inflación dibujada por el Indec arroja un 10% anual, y los precios que castigan el bolsillo de los asalariados se elevan a un 30% promedio, constituyen una contradicción que más temprano que tarde puede terminar estallando.
En ese ring medirán fuerzas la CGT capitaneada por Hugo Moyano y la Unión Industrial (UIA) conducida por José Ignacio de Mendiguren, quien asumirá el 30 de abril próximo tras haber obtenido la venia del Grupo Techint.
En la misma sintonía que Hugo Moyano, el secretario gremial de la CGT, Omar Viviani, ya adelantó que el reclamo de aumento rondará entre un 26 y un 28%.
Cuando Viviani habla, es como si lo hiciera Moyano, ya que ambos tienen un alineamiento sin fisuras. Para no herir susceptibilidades en el gobierno, Viviani también abogó la ingenua teoría de que un poco de inflación no le hace mal a una economía que crece y se desarrolla. Como si una escalada de precios de un 30% fuera un poco de inflación.
Del otro lado, el campo empresario se prepara para una disputa de largo aliento, preocupado por el rol que jugará la presidenta, Cristina Fernández, que pese a haber recomendado a la gente no hacerse los rulos para la fiesta de su candidatura, probablemente el 25 de mayo próximo anuncie que va por la reelección. Ese día, hace ocho años, Néstor Kirchner asumió la presidencia.
Desde el campo privado, el titular de la Copal y vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, admitió que la preocupación central de los empresarios es que hay una escalada de pedidos salariales que tienen que ver muy poco con la realidad, lo que implica generar inflación pura.
El tema es motivo de preocupación entre los referentes empresarios nucleados en el Grupo de los 6. El banquero Jorge Brito, a quien no se le puede endilgar encono alguno contra el Gobierno, se sumó a las críticas al Indec con un concepto duro: los argentinos dejamos de creer en el Indec, dijo tras una reunión mantenida el jueves con el gobernador José Alperovich.
Pero hay un problema que los empresarios por ahora no quieren abordar, y en el que la CGT no se va a meter, pero que sería el causante de fondo de la inflación: la disparada de precios va de la mano del significativo aumento del gasto público y de una emisión monetaria que hace meses comenzó a alcanzar niveles desaconsejables. Como ejemplo, Brasil crece al mismo que la Argentina y sin embargo tiene una inflación cinco veces menor.
De Mendiguren coincide con el Gobierno en que no se debe enfriar la economía y hay que cuidar el mercado interno, pero cree que se debe poner más ahínco en alentar la oferta y el crédito para el sector productivo.
El nuevo líder fabril quiere impulsar desde la UIA un plan que le dé prioridad al aumento sostenido de la inversión productiva, como eje del motor económico y la distribución del ingreso.
Para combatir la inflación no hay que enfriar la economía, sino calentar la inversión y el desarrollo. Será la receta que buscará instalar desde la cúpula de la UIA, a la que llega por segunda vez en su vida. Su primera gestión resultó trunca ya que, a principios del 2002, asumió como ministro de la Producción de Eduardo Duhalde, luego de que el país ingresara en una crisis fenomenal en el 2001. Nunca pudo sacarse el estigma de que fue el autor intelectual de la devaluación y posterior pesificación asimétrica diseñada por Duhalde.