"Había una chica rubia llorando en el auto", declaró Lucrecia Terán Luna, refiriéndose a Ema Gómez (foto)la noche del crimen del juez Héctor Agustín Aráoz. Ayer, aquella chica rubia volvió a dejar caer sus lágrimas. Mientras la viuda de Aráoz explicaba lo sucedido, ella no pudo contenerse y rompió en llanto.

En las siete jornadas anteriores había sollozado y hasta gritado. Pero en esta última evidenció como nunca antes su supuesta conmoción.

Como todas las mañanas, desayunó con su padre, Carlos Gómez. Tomó un café con leche con tostadas en el bar del Colegio de Abogados, y esperó hasta el inicio de la audiencia. Parecía estar tranquila, pero al final de la audiencia matutina evidenció sus nervios y comenzó a llorar.

Lo hizo en la ventana mirando hacia la calle pero cuando volteó, la charla con las oficiales que estaban allí la hicieron sonreír y le levantaron el ánimo. Por la tarde, perdió la timidez y lloró sentada junto a su abogado hasta que concluyó la audiencia.