Agustín Aráoz (h), el hijo mayor del juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, repasó hoy frente a los jueces los detalles del último día que vio con vida a su padre, pocas horas antes del homicidio. Según contó, almorzó con él, fueron juntos al supermercado y luego lo acompañó hasta su casa, donde le ayudó a acomodar la mercadería en la cocina. Tras eso, se despidió de él. "A la noche vino mi hermana y me dijo: 'acaban de llamar para decir que no saben si papá está vivo o muerto'", expresó. 
El muchacho agregó que el magistrado "sentía mucha culpa por la separación" de su madre, Lucrecia Terán Luna, y que había manifestado a una de sus hermanas que pretendía retomar esa relación. También indicó que la viuda del juez desconocía el noviazgo del juez con Ema Gómez y que este tampoco hablaba del tema con sus hijos "porque sabía que disgustaba". Además, manifestó que la pareja estaba peleada desde hace 20 días. 
"El primer fin de semana de noviembre me comentó que se había enterado quiénes manejaban la droga en el instituto Roca. No le di bolilla (sic); él me decía que tenía todos los teléfonos pinchados y que lo seguían", señaló. 
Muñequitos de cera
Antes de la declaración de Aráoz (h), fue el turno de hablar de su madre. "El crimen de mi marido fue aberrante", le dijo al tribunal Terán Luna, quien habló de lo que vivió el 26 de noviembre de 2004, cuando mataron al magistrado, y comprometió con algunas declaraciones al ex oficial Andrés Fabersani, acusado de encubrir el homicidio. 
"No toda la Policía es mafiosa. Pero este crimen fue calculado y premeditado. A Agustín lo hicieron sufrir como a un perro y todos los involucrados son policías o ex policías", indicó. Aráoz fue acribillado en su casa de Yerba Buena. El ex oficial Darío Pérez y la ex agente Ema Gómez están acusados de homicidio agravado; Rodolfo Domínguez, Rubén Albornoz y Fabersani, que trabajaban en la comisaría de Banda del Río Salí, trataron de encubrir el hecho, según el fiscal Guillermo Herrera.
Terán Luna es la primera testigo que declara en el juicio oral y público por la muerte del juez, con quien tuvo nueve hijos y estaba separada (aunque no divorciada). Durante su relato, expresó la hipótesis de que hubo una mafia de policías detrás de lo ocurrido y dio sus fundamentos. "Él había dicho tiempo atrás que quería dar a conocer públicamente que había policías que soltaban a los menores aprehendidos para que vendieran drogas", disparó.
Por la tarde, la viuda completó sus declaraciones y relató que cuando llegó a la vivienda de Aráoz, una vez que ya se había cometido el homicidio, escuchó música muy fuerte desde adentro de la casa y también a una mujer que lloraba adentro de una camioneta policial. Entonces no lo sabía, pero se trataba de Gómez. "Los policías que estaban allí parecían muñequitos de cera", largó. LA GACETA ©