MANAMA/TRÍPOLI.- La ola de protestas en el mundo árabe sigue poniendo a prueba a los gobernantes de larga data en la región. Los manifestantes de Bahréin ayer parecieron ganar impulso, pero en Libia dolientes enterraron a sus muertos en la zona oriente del país.
Los desórdenes se propagaron de Túnez y Egipto a Bahréin, Yemen y Yibuti, y ciudadanos de un país y otro pierden el miedo a los gobernantes opresivos y autocráticos y se toman las calles en demanda de cambios democráticos y oportunidades económicas.
En Bahréin, un país aliado clave de Estados Unidos y donde se aloja su Quinta Flota, miles de manifestantes recuperaron la Plaza de la Perla en Manama, después de que soldados y policías anti-disturbios se retiraron. Estados Unidos y Arabia Saudita consideran a Bahréin un bastión sunita contra la chiíta Irán.
Decenas de muertos
Human Rights Watch dijo que en Libia las muertes ascenderían a 84 en tres días de protestas, mayormente alrededor de la ciudad de Benghazi, donde manifestantes protestan contra una elite acusada de acaparar la riqueza de Libia y de negar libertades políticas. La propagación de los desórdenes - en particular el temor a los posibles efectos en el primer productor de petróleo mundial, Arabia Saudita -elevó el precio del petróleo. También fue un factor para que los precios del oro reportaran su mejor desempeño semanal desde diciembre.
Pero analistas dicen que, a diferencia de lo que pasó en Egipto, el gobernante libio, Muammar Gaddafi, tiene la liquidez del petróleo para aliviar problemas sociales, además de ser respetado en gran parte del país.
En Yemen, un manifestante murió y siete quedaron heridos en el choque con simpatizantes del presidente Ali Abdullah Saleh en Saná, un día después de la muerte de otras cinco personas, en enfrentamientos de fuerzas de seguridad contra multitudes que demandaban que Saleh dejara el poder tras 32 años de Gobierno. El presidente es aliado de Estados Unidos contra Al Qaeda.
En Argel, la policía acorraló a 500 personas en el patio de un bloque residencial antes de que pudieran llegar a una marcha en el centro de la ciudad. En la protesta no participaron los principales partidos de oposición, que organizaron grupos de derechos humanos, sindicalistas y un pequeño partido político. La protesta fue muy mínima para asustar a las autoridades, pero es un indicio de la presión que se acumula para que haya cambios sustanciales, en especial por un nuevo lineamiento de gobierno.
El tumulto político que corre por Oriente Medio también ha llegado ayer al Cuerno de África, al pequeño estado de Yibuti, donde manifestantes antigobierno chocaron con policías, por segundo día consecutivo, también exigiendo la salida del presidente, Ismail Omar Guelleh, cuya familia ha gobernado a la ex colonia francesa desde su independencia, en 1977. Guelleh llegó al poder en 1999 y su tercer período expira en 2011. Yibuti alberga a la mayor base militar francesa en África y a una estadounidense.
En Libia, las protestas antigubernamentales ayer continuaron por cuarta jornada consecutiva, en el noreste del país. El Frente Nacional para la Salvación de Libia aseguró que miles de manifestantes marcharon por las calles de la ciudad costera de Misurata, en el norte del país, coreando consignas como Abajo con Gaddafi. Tropas de elite armadas dispersaron en la mañana de ayer una nueva manifestación de protesta contra el régimen de Gaddafi, en Benghazi.
En Arabia Saudí chiítas protestaron contra la discriminación religiosa de su comunidad. Los manifestantes protestaron por la exclusión de los chiítas para ocupar altos puestos gubernamentales y exigieron la liberación de presos sin que se les siga juicio. La casa real saudí, de origen sunita, sigue siempre con recelo las actividades políticas en Yemen y Bahréin. (DPA-Reuters-AFP-NA)