EL CAIRO.- Sin vislumbrar una salida, Egipto sigue desangrándose en una revuelta social que ya ha provocado más de 90 muertos. En un intento de apaciguar la escalada de violencia, el presidente Hosni Mubarak designó ayer como vicepresidente al jefe de la inteligencia Omar Suleiman, por primera vez en 30 años, y a un nuevo primer ministro, ambos con rango de general.

Suleiman, de casi 77 años, considerado como uno de los jefes de inteligencia más importantes de Oriente Medio por haber tratado temas sensibles como el conflicto israelo-palestino, se convirtió en el número dos de Mubarak, alimentando conjeturas sobre la posibilidad de que sea el sucesor del mandatario, de 82 años, que ya lleva en el poder casi 30 años.

El jefe de Estado, que el viernes disolvió su gobierno y anunció reformas, designó al ex ministro de Aviación y ex jefe de la Fuerza Aérea Ahmed Shafiq en el cargo de primer ministro.

Con decenas de miles de personas en las calles de El Cairo y otras ciudades del país para exigir su renuncia, el presidente egipcio movió sus fichas, después de varios días de silencio.

Cambios insuficientes
Pero esas primeras medidas no parecieron convencer a la oposición y a los manifestantes de deponer las protestas. El opositor y Premio Nobel de la Paz, Mohamed ElBaradei, calificó de "insuficientes" los cambios e instó a Mubarak a dejar el poder cuanto antes por el bien de Egipto, en una declaración a la televisión Al Jazeera.

En la calle, los nombramientos tampoco cayeron bien. "No es una buena decisión. Suleiman es un hombre de Mubarak. Esto no es una señal de cambio", dijo Osama, un manifestante en el centro de El Cairo. "Ni Mubarak, ni Suleiman: estamos hartos de estadounidenses", corearon grupos de manifestantes, en referencia a las buenas relaciones del régimen de Mubarak con Washington.

Ayer, las autoridades adelantaron dos horas el inicio del toque de queda, que se prolongará hasta las 8 de hoy. Pero los manifestantes desacataron la medida y seguían en la calle por la noche, al igual que el día anterior. Por lo menos 85 personas murieron y miles resultaron heridas en los enfrentamientos del viernes y de ayer, según fuentes médicas y de los servicios de seguridad.

El viernes, los choques entre policías y manifestantes antigubernamentales dejaron 62 muertos, 35 de ellos en El Cairo, según esos reportes. Ayer, se registraron 11 muertos (tres en El Cairo, tres en Rafah y cinco en Ismailiya), según fuentes médicas. Doce personas más murieron en enfrentamientos entre manifestantes y policías en Beni Sueif, a unos 140 km al sur de El Cairo. Estos 85 muertos se suman a los siete registrados en los tres primeros días de protestas, llevando el total de muertos a 92 desde el 25 de enero.

Preocupación
Varios países expresaron su preocupación por la situación en el más poblado de los países árabes (de 80 millones de habitantes). El presidente estadounidense, Barack Obama, instó a Mubarak a "cumplir con sus promesas" y a no usar la "violencia contra manifestantes pacíficos". El ejército, columna vertebral del régimen, fue movilizado junto con la policía para mantener el orden y aplicar el toque de queda en El Cairo, Alejandría y Suez.

El ejército llamó además a la población a protegerse de los saqueadores que desvalijaron decenas de comercios en varios barrios de la capital donde la policía brillaba por su ausencia.

En la tarde de ayer, El Cairo parecía un campo de batalla, con restos de coches quemados, escombros en las calles y un espeso humo negro que aún salía de la sede del partido gubernamental, ubicado a orillas del Nilo e incendiado la noche anterior.

El jeque Yusef Al Qardaui, considerado como el predicador de mayor influencia del mundo árabe, afirmó que solamente la renuncia de Mubarak podría resolver la crisis.

Un importante dirigente del partido gubernamental, Ahmad Ezz, considerado como uno de los pilares de un régimen corrupto, renunció el sábado a su cargo, según la televisión estatal. (AFP-NA-Especial)