En una nota secreta de diciembre del año pasado, un consejero comercial de EEUU narra con pelos y señales la historia de un hombre de negocios que, por cuenta de un consorcio estadounidense, deseaba invertir U$S 220 millones en un proyecto inmobiliario. De acuerdo con el despacho, el ejecutivo obtuvo el permiso de construir del gobernador de la región donde quería invertir, pero, al poco tiempo, el Palacio Real "le animó con fuerza", a través de una sociedad perteneciente a la familia real, a asociarse con él. El empresario "rechazó la proposición y tuvo que soportar meses de paralización del proyecto".
A cambio del permiso para continuar con la inversión, el ejecutivo acepta organizar un viaje al Golfo Pérsico para promocionar el sector inmobiliario marroquí. En esa gira, un marroquí vinculado con el rey Mohamed VI explicó que las grandes inversiones sólo prosperaban con la venia del monarca y dos colaboradores suyos. "Hablar con cualquier otra persona es una pérdida de tiempo", advirtió.
Tiempo después, el ejecutivo que organizó el viaje fue notificado de que podía seguir adelante con su inversión sólo si pagaba una "comisión" del 5% del valor del proyecto. "Las principales instituciones y los procedimientos del Estado marroquí son utilizados por el Palacio para coaccionar y solicitar sobornos en el sector inmobiliario", declara un empresario al consejero comercial. Y agrega: "aunque las prácticas corruptas existían durante el reinado del rey Hassan II, han adquirido un carácter más institucional con el rey Mohamed VI".
El interés del Departamento de Estado de EEUU por la naturaleza del vínculo entre Roma y Moscú roza la obsesión. En junio de 2009, Hillary Clinton preguntó al personal diplomático de ambas embajadas sobre las posibles implicancias comerciales de esa amistad. "¿Qué inversiones personales, si las hay, han realizado (Putin y Berlusconi) que puedan determinar sus políticas exteriores o económicas?", interrogó la ex primera dama.
"Los contactos de la embajada, tanto en la oposición como en el partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad, nos dicen que hay una conexión nefasta entre los dos primeros ministros. Afirman que Berlusconi y sus amigos ("cronies") se están lucrando personal y alegremente con muchos de los acuerdos de energía que se firman entre Italia y Rusia", escribió el 26 de enero de 2009 el entonces embajador en Roma, Ronald F. Spogli. El diplomático añade que la mezcla de simpatía, dependencia de la energía, falta de influencia institucional y la relación personal entre Putin y Berlusconi facilitan a Rusia un aliado fiable, disponible para trabajar dentro de la UE a favor de Rusia.
Sesenta y dos cables secretos y confidenciales consultados por el diario español El País permiten reconstruir los sentimientos encontrados de la diplomacia estadounidense respecto del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Por un lado, "Il Cavaliere" es definido como un socio de Washington y, por el otro, como una "figura inconsistente"... Por un lado, es popular y experimentado, y, por el otro, se expone infantilmente en affaires amorosos y fiestas privadas.
El desenfado de Berlusconi y la liviandad con la que maneja sus deslices generan rechazo en Washington, que no sólo desaprueba los escándalos sexuales que involucran al político italiano sino que también advierte que debilitan su poder. El 27 de octubre de 2009, el embajador David H. Thorne describió a Berlusconi como un primer ministro "débil física y políticamente", "con dificultad para tomar decisiones", que "no se fía de sus propios servicios secretos", está expuesto a "conjuras internas", se siente "abandonado por su familia" y sufre serios problemas de salud porque "apenas duerme y tiene tendencia a las fiestas salvajes". Thorne hace sus apreciaciones en función de dos fuentes próximas al primer ministro: su número dos, Gianni Letta, y su viejo amigo Giampiero Cantoni, ex presidente de la Banca Nazionale del Lavoro.
Letta, que además de supervisor de los servicios secretos es el enlace del Vaticano con el Gobierno y asesor de la compañía financiera Goldman Sachs, explica a los diplomáticos estadounidenses que "el normalmente hiperactivo Berlusconi está sin energía". Por su parte, Cantoni afirma: "todos estamos preocupados por su salud, se ha desvanecido en público tres veces en los últimos años y sus análisis médicos son un completo desastre".
A comienzos de este año, el Departamento de Estado de Estados Unidos recibió un cable secreto que informaba que Irán había adquirido 19 misiles con la ayuda de Corea del Norte. Ese armamento, según el diplomático que relató la adquisición, aumentaba la potencia del arsenal iraní en una medida nunca antes admitida por Washington, según la documentación que analizó el diario The New York Times -uno de los cinco medios con acceso a las filtraciones de Wikileaks-.
Los misiles brindaban a Teherán, por primera vez en su historia, la capacidad de atacar las capitales de Europa occidental y de alcanzar fácilmente Moscú. Agentes de EEUU advierten -en el documento- que, además, el régimen iraní, encabezado por Mahmoud Ahmadinejad, puede aprovechar la nueva tecnología para desarrollar armas para bombardeos intercontinentales.
The New York Times asegura que el asunto generó todo tipo de rumores desde 2006, cuando informes parciales revelaron que Corea del Norte vendía a Irán armas con un diseño ruso que, en su momento, se usaban para equipar submarinos soviéticos. Además, había sospechas sobre el tráfico de componentes aislados, pero pocos se atrevían a sostener que Irán compraba misiles completos, de alta potencia, como informa el documento secreto emitido el 24 de febrero de 2010.
Los servicios de inteligencia consideraron, además, que la colaboración entre Pyongyang y Teherán puede incluir asuntos militares y, quizá, nucleares de importancia para ambos países. "Por pedido del Gobierno de Barack Obama, The New York Times no publica el cable completo", anunció el diario, que se limitó a explicar el contenido de la información filtrada.