En este momento sólo puedo hablar desde la tristeza, la pesadumbre. Me costó asumir que Néstor está muerto. Todavía me cuesta.
Mi relación con él empezó cuando era intendenta de Las Talitas, en 1997. Fui al Senado a hablar con Cristina porque buscábamos ayuda para concretar la transferencia del predio del ex Arsenal al municipio. Estábamos hablando y Néstor entró al despacho. Se sentó apoyándose en el respaldo de la silla, como un chico, y participó de la reunión con mucha informalidad. En ese momento nació la relación política y, sobre todo, afectiva.
Cuando recibí la noticia, mientras me censaban, me acordé de que cuando nació mi hija Paula (hace ocho años) Néstor fue uno de los primeros que me llamó. Después lo visitamos con la bebé en el despacho presidencial. Esas son cosas que te marcan para siempre.
Influyó mucho en mi vida política. Hasta que me relacioné con Néstor nunca había sentido que alguien me condujera políticamente. Había trabajado con dirigentes poderosos en lo jerárquico, pero con él sentí algo muy fuerte por primera vez. Era una gran cuadro, con una fuerte personalidad. Demostraba con sus actitudes que venía a transformar estructuras; no para acordar más de lo mismo.
Era un hombre de mucha decisión, no se detenía ante los obstáculos sino que pensaba cómo removerlos. Era rápido de reflejos, y ni ante la derrota pensaba en retroceder. Siempre iba para adelante porque era un transformador nato.
Al contrario de lo que muchos escriben, en el trato personal era humilde; te hacía sentir que era un compañero más, sin el estereotipo de los dirigentes que se creen personajes. Tenía un trato franco y horizontal, y un carisma muy especial porque aunque hubiera cosas que no le gustaran, diferencias o enojos, bastaba un abrazo o el saludo para que se le pasara. Se podía hablar con él.
Es un día muy triste, un día para homenajes y discursos, un día de sentimientos. Pero no para los análisis, no se puede tener claridad para pensar en lo que vendrá en el país. Hoy algunos dudan de si este proceso que se inició con él continuará, y yo creo que sí. Hay que darle continuidad. Es el momento para abrazar a Cristina más que nunca, de acompañarla en lo personal y en lo político. También tenemos que hacernos cargo de nuevas responsabilidades políticas, porque Néstor nos va a faltar.
Mi relación con él empezó cuando era intendenta de Las Talitas, en 1997. Fui al Senado a hablar con Cristina porque buscábamos ayuda para concretar la transferencia del predio del ex Arsenal al municipio. Estábamos hablando y Néstor entró al despacho. Se sentó apoyándose en el respaldo de la silla, como un chico, y participó de la reunión con mucha informalidad. En ese momento nació la relación política y, sobre todo, afectiva.
Cuando recibí la noticia, mientras me censaban, me acordé de que cuando nació mi hija Paula (hace ocho años) Néstor fue uno de los primeros que me llamó. Después lo visitamos con la bebé en el despacho presidencial. Esas son cosas que te marcan para siempre.
Influyó mucho en mi vida política. Hasta que me relacioné con Néstor nunca había sentido que alguien me condujera políticamente. Había trabajado con dirigentes poderosos en lo jerárquico, pero con él sentí algo muy fuerte por primera vez. Era una gran cuadro, con una fuerte personalidad. Demostraba con sus actitudes que venía a transformar estructuras; no para acordar más de lo mismo.
Era un hombre de mucha decisión, no se detenía ante los obstáculos sino que pensaba cómo removerlos. Era rápido de reflejos, y ni ante la derrota pensaba en retroceder. Siempre iba para adelante porque era un transformador nato.
Al contrario de lo que muchos escriben, en el trato personal era humilde; te hacía sentir que era un compañero más, sin el estereotipo de los dirigentes que se creen personajes. Tenía un trato franco y horizontal, y un carisma muy especial porque aunque hubiera cosas que no le gustaran, diferencias o enojos, bastaba un abrazo o el saludo para que se le pasara. Se podía hablar con él.
Es un día muy triste, un día para homenajes y discursos, un día de sentimientos. Pero no para los análisis, no se puede tener claridad para pensar en lo que vendrá en el país. Hoy algunos dudan de si este proceso que se inició con él continuará, y yo creo que sí. Hay que darle continuidad. Es el momento para abrazar a Cristina más que nunca, de acompañarla en lo personal y en lo político. También tenemos que hacernos cargo de nuevas responsabilidades políticas, porque Néstor nos va a faltar.