Por Carmen Perilli
Para LA GACETA - Tucumán
El viaje por el pasado en la narrativa de Andruetto se inaugura con Stefano, atraviesa los cuentos de Todo movimiento es cacería y sostiene La mujer en cuestión y Lengua Madre. Dos epígrafes abren la primera novela: "Si yo pudiera atrapar la oscuridad / con los ojos abiertos" y "El mundo parece plano, / pero yo / sé que no lo es". Ambos aluden a la visibilidad y la experiencia. Sus textos exploran esos bordes, que, de algún modo, determinan los modos de ser en el mundo.
- Comienzo con la pregunta que en Lengua Madre le hacen al personaje de Doris Lessing: ¿existe una escritura femenina?
- Sí, existe. Es toda la literatura escrita por mujeres. La creación nace de lo particular y la condición de género no es una circunstancia menor, aunque no es la única. Como se escribe desde lo que uno es, desde todo lo que uno es, lo "femenino" abona la escritura de una escritora mujer. Al mismo tiempo, hay infinitas maneras de ser mujer y de escribir como la mujer que se es. No hay reglas, no hay encasillamientos, no debiera haberlos. Estoy en contra de encasillar, como muchas veces se hace, a las escritoras en el reino de las pasiones heroicas, historias de amor o cuentos para niños. En mi blog Narradoras Argentinas pretendo mostrar esa diversidad y armar una genealogía.
- ¿Cómo te sitúas en relación a tu generación?
- No estoy de acuerdo con ese lugar común que sostiene que escribir es matar simbólicamente al padre o a la madre. Pertenezco a una generación que no tuvo que matar simbólicamente a sus padres literarios, sino, por el contrario, hacerlos circular otra vez porque a muchos escritores y escritoras de la generación de mis padres los mató o los silenció la dictadura. Las escritoras argentinas, las mujeres de esa generación, han sido doblemente invisibilizadas. Por eso me interesa leerlas, releerlas, recuperar la herencia, inscribirme en esa línea. En ese sentido, diría que voy haciendo, en la escritura, y con las madres literarias, un camino similar al que hace la protagonista de Lengua Madre con su madre y con su abuela. Discuto, admiro, recupero lo "despreciado", me reconcilio.
- Vos sos una gran lectora y has trabajado con talleres de lectura...
- Me gusta compartir los textos, enlazar personas con textos, de ahí que disfruto de mi trabajo con talleres. Ciertas zonas de la literatura me interesan más que otras: una literatura de lo menor donde figura Chejov, Mansfield y Ginsberg; los neorrealistas italianos, la poesía en general y la poesía del siglo XX y los narradores argentinos de los 60. Creo que en los 80 se produce un abandono del relato, un desprecio por la importancia del relato en relación a lo social, relato que sostienen con mucha fuerza escritores como Libertad Demitropoulos, Liliana Heker, Andrés Rivera, Abelardo Castillo y Daniel Moyano.
- ¿Qué es la lengua madre?
- Puede ser muchas cosas. Pero sobre todo es la lengua de la madre. El título apareció al final. Me impresionó cuando supe, tardíamente, que mi madre no habló el castellano sino el piamontés hasta que fue a la escuela. El piamontés es, en mi caso, la lengua de la madre. Esta lengua oculta, borrada, sinónimo de "hablar mal", la lengua de los gringos. No soy una escritora compulsiva. En general parto de una imagen. Me interesa sobre todo trabajar la mirada en relación con la escucha y la voz. La escritura, es en última instancia, un intento por captar la voz. Así pensé La mujer en cuestión, una novela que tiene el tono del informe y que construí de modo fragmentario. En el origen de Lengua Madre está una carta de mi madre que había guardado y encontré tiempo después. Me interesa trabajar tanto con el espesor de la historia como con el de la ficción
- Uno de tus personajes se pregunta si la pérdida de la memoria es una metáfora?
- Se me impuso esa frase, como se imponen ciertas frases en la escritura del poema. Lo que rondaba todo el tiempo era la muerte. La muerte y sus metáforas. Si olvidamos, creo, estamos muertos, en el sentido literal y en el vulgar también. Una amiga me recordó que la historia es el pasado que se pone de pie, la memoria de ese pasado nos reclama que construyamos un presente mejor. En lo personal, pienso en una memoria histórica que recupere, que reconstruya, que construya hacia adelante.
© LA GACETA
Carmen Perilli - Doctora en Letras,
profesora de Literatura
Hispanoamericana de la Universidad
Nacional de Tucumán.
PERFIL
María Teresa Andruetto nació en Córdoba. Es autora de cinco novelas, siete libros de poemas, uno de cuentos, otro de ensayos y más de una docena de textos infantiles. Obtuvo, entre otros premios, el Premio Nacional de las Artes, el Iberoamericano a la trayectoria en Literatura Infantil y la inclusión en la Lista de Honor de IBBY. Entre sus títulos, merecen destacarse las novelas Stefano, Veladuras y Lengua Madre.