Ensayo
LA FILOSOFÍA DE CREPÚSCULO
REBECCA HOUSEL Y J. JEREMY WISNEWSKI
(Del Zorzal - Buenos Aires)
La sangre nunca resultó tan atractiva y romántica para el público joven, el cual está más sediento que los propios vampiros. La historia de amor entre la joven humana Bella y el vampiro Edward es, desde hace cinco años, furor (literario y cinematográfico). De la mano de Stephenie Meyer salió Crepúsculo (2005); rápido, se ubicó en el puesto cinco de la lista de bestsellers de The New York Times. A este título le siguieron Luna nueva (2006), Eclipse (2007) y Amanecer (2008). Los cuatro vendieron más de 70 millones de copias en el mundo y fueron traducidos a 37 idiomas. También en la Argentina Meyer resultó un éxito; en 2009, fue la escritora más leída, con 350.000 ejemplares vendidos de sus cuatro novelas. Superó con creces a sus escoltas: Isabel Allende (La isla bajo el mar vendió 150.000) y Marcos Aguinis (¡Pobre patria mía!, 130.000).
La extraordinaria performance que tuvo el mercado editorial se contagió a las versiones cinematográficas de la serie. La primera parte se estrenó en noviembre de 2008 y en diez meses recaudó 383 millones de dólares. En 2009 apareció la secuela y en un día generó 72 millones. En junio de este año se estrenó la tercera parte y recicló el éxito de sus predecesoras (Eclipse tuvo 450.000 espectadores solamente en la Argentina y en su primera semana).
La filosofía de Crepúsculo aborda el fenómeno de la saga desde la filosofía. Los autores del libro se apoyan en Platón, Aristóteles, Kant y Simone de Beauvoir, entre otros, para analizar diversas temáticas de la obra de Meyer: el deseo, la moral, la existencia del alma, el sentido de la vida, la inmortalidad, el feminismo, etc. Desde enfoques complementarios buscan develar las raíces de la fascinación que genera entre los lectores (particularmente entre los adolescentes) esta historia de vampiros posmoderna.
© LA GACETA
Daniela Ceccato