El acusado por el funcionamiento en la ex Jefatura de Policía, Roberto Albornoz, acusó a los testigos Juan Carlos Clemente y Juan Martín de colaborar con el aparato represivo ilegal: "eran marcadores y entregadores de sus camaradas, traidores y canallas, inseparables de (el supervisor militar en la Policía, Arturo) González Naya; en el Ejército les decían ?las perlitas?".

El imputado remarcó que los dos militantes garantizaron el éxito militar sobre las organizaciones subversivas y los calificó de partícipes necesarios: "si ellos no estaban, habría sido otro el resultado". "Sus actividades son conocidas. A Martín le decían ?Teniente?, y Clemente era el real dueño de la vida y de la muerte en la Jefatura", aseveró.

El comisario (r) admitió que se desempeñaba en la Jefatura de Policía, pero relativizó sus funciones. "No cometí ningún delito aberrante. No impartía órdenes ni me lo me permitían, porque todo estaba bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas. No estuve en la represión porque no tenía capacidad para hacerlo ni estaba instruido. Los interrogatorios, que estaban a cargo de un grupo especial; supongo que venían de Buenos Aires y de Córdoba. Yo permanecía en mi lugar de trabajo porque lo no podía eludir, pero estaba marginado", detalló.

Confirmó la existencia de una comunidad informativa integrada por responsables de los servicios de inteligencia, pero aclaró que él no participaba de las reuniones en las que se decidían los operativos. En cambio, dijo que lo hacían Clemente y Martín. Responsabilizó al primero de haber facilitado la detención de la hija de su vecina, Vilma Rivero; de un grupo montonero que estaba en la casa del barrio Esteban Echeverría, y hasta de la desaparición de su propia esposa. Para sostener sus dichos, ejemplificó con la lista de detenidos aportada por Clemente, para destacar que todos los que figuran con la sigla DF (disposición final, o sea la muerte) eran quienes lo podían identificar, junto con Martín, como responsables de sus caídas.