La información emanada de los organismos técnicos para estimar el estado madurativo de la caña de azúcar se da a conocer con los valores del pol % caña (porcentaje de sacarosa) y pureza % en jugo de primera presión con trapiche de laboratorio, junto con la estimación del rendimiento fabril, que es el lenguaje que conoce el cañero. Pero lo importante es que a partir de este año entra en juego otro componente importantísimo que es lo referido a valorar la caña de azúcar para fabricar alcohol y que aún no fue abordado.
En la política informativa de los organismos técnicos deberá tomarse en cuenta este aspecto según mi apreciación personal. En este momento existen serias inquietudes dentro del sector cañero en el sentido de conocer como serán las fórmulas evaluadoras de calidad para obtener el rendimiento alcohólico y cual será su grado de coparticipación y/o formas de pago. Entonces, aparecen como una cuestión lógica y razonable que en los mencionados análisis se incorpore una estimación de los azúcares reductores totales como punto de partida para calcular el posterior rendimiento alcohólico. Por ejemplo, en Brasil comunican periódicamente sobre este parámetro e incluso sobre los azúcares totales recuperables en una forma transparente de información. El tema del rendimiento fabril ya no se emplea allí.
Lo que sugiero no es nada complicado de hacer. Existen las técnicas y fórmulas para ese objetivo y seguramente ayudarán mucho al sector cañero para saber dónde está parado, porque actualmente siguen expectantes esta cuestión.
Hoy se manejan los conocidos valores del 5% etanol en la mezcla combustible, y dentro de no mucho tiempo se llegará al 10% por una necesidad del país frente a la paulatina declinación en la producción del petróleo. El movimiento de dinero que va a generar esta actividad es importante atendiendo a un precio actual del etanol combustible de alrededor $2,66 /litro + IVA. Hasta ahora, el sector azucarero quedó solo en este negocio, porque los productores de maíz se llamaron a silencio a pesar de la euforia demostrada tiempo atrás. Entonces todos debemos contribuir a que la participación solitaria de todo el sector azucarero sea exitosa en esta política. Si existe un precio razonable y con un mercado cautivo, es más que interesante el tema. Si es así, puede abrirse un interesante futuro con la exportación de etanol por las necesidades crecientes del mercado mundial. Por ello, considero que el sector cañero deberá estar bien informado sobre todos estos pormenores (calidad, precios, análisis, etc.) tomando en cuenta que el 70% de la caña procesada es de cañeros. El sector industrial maneja un coeficiente de conversión entre azúcar y alcohol de 1,64 kg/litro, que será posiblemente una base de las próximas negociaciones.
Pero adonde debemos apuntar es en poner énfasis que la valoración más acertada para conocer el rendimiento alcohólico es partiendo de los azúcares reductores totales y/o los fermentescibles, y no del rendimiento fabril, porque para obtener éste se toman en cuenta factores en desuso que la moderna industria azucarera no emplea, como el factor de Java o el coeficiente Winter modificado. Hay que conocer la fibra y eso significa modernizar los laboratorios. Se habla de una posible disponibilidad de fondos nacionales para mejorar en tecnología y se debería comenzar por allí. Actualmente, mencionar la prensa hidráulica y aparatos automáticos digitales para obtener los principales componentes en la calidad del jugo es moneda corriente en otros países e incluso el uso del espectrofotómetro de rayos infrarrojos (NIR) ya está instalado. Nuestro país no puede quedarse atrás en este aspecto porque es la base para una relación transparente cañero-industrial, en la que llegar a manejar los azúcares totales recuperados (ATR) como objetivo final sería lo deseable, pues de allí surgirán los kilos de azúcar y litros de alcohol obtenidos por tonelada de caña y las deducciones correspondientes al cañero. Si avanzamos en este aspecto, se verá con el tiempo que es una forma muy practica, rápida y eficiente de valorar la caña. La actual política de biocombustibles, a la que paulatinamente se van sumando los ingenios tucumanos, es una ocasión ideal para modernizarse y mejorar eficiencias en laboratorios, fábricas y destilerías. Sería deseable que en la zafra 2011 podamos incorporar estas cuestiones y llegar ahora a un acuerdo de transición con los parámetros disponibles para trabajar durante esta zafra ya en marcha.
En la política informativa de los organismos técnicos deberá tomarse en cuenta este aspecto según mi apreciación personal. En este momento existen serias inquietudes dentro del sector cañero en el sentido de conocer como serán las fórmulas evaluadoras de calidad para obtener el rendimiento alcohólico y cual será su grado de coparticipación y/o formas de pago. Entonces, aparecen como una cuestión lógica y razonable que en los mencionados análisis se incorpore una estimación de los azúcares reductores totales como punto de partida para calcular el posterior rendimiento alcohólico. Por ejemplo, en Brasil comunican periódicamente sobre este parámetro e incluso sobre los azúcares totales recuperables en una forma transparente de información. El tema del rendimiento fabril ya no se emplea allí.
Lo que sugiero no es nada complicado de hacer. Existen las técnicas y fórmulas para ese objetivo y seguramente ayudarán mucho al sector cañero para saber dónde está parado, porque actualmente siguen expectantes esta cuestión.
Hoy se manejan los conocidos valores del 5% etanol en la mezcla combustible, y dentro de no mucho tiempo se llegará al 10% por una necesidad del país frente a la paulatina declinación en la producción del petróleo. El movimiento de dinero que va a generar esta actividad es importante atendiendo a un precio actual del etanol combustible de alrededor $2,66 /litro + IVA. Hasta ahora, el sector azucarero quedó solo en este negocio, porque los productores de maíz se llamaron a silencio a pesar de la euforia demostrada tiempo atrás. Entonces todos debemos contribuir a que la participación solitaria de todo el sector azucarero sea exitosa en esta política. Si existe un precio razonable y con un mercado cautivo, es más que interesante el tema. Si es así, puede abrirse un interesante futuro con la exportación de etanol por las necesidades crecientes del mercado mundial. Por ello, considero que el sector cañero deberá estar bien informado sobre todos estos pormenores (calidad, precios, análisis, etc.) tomando en cuenta que el 70% de la caña procesada es de cañeros. El sector industrial maneja un coeficiente de conversión entre azúcar y alcohol de 1,64 kg/litro, que será posiblemente una base de las próximas negociaciones.
Pero adonde debemos apuntar es en poner énfasis que la valoración más acertada para conocer el rendimiento alcohólico es partiendo de los azúcares reductores totales y/o los fermentescibles, y no del rendimiento fabril, porque para obtener éste se toman en cuenta factores en desuso que la moderna industria azucarera no emplea, como el factor de Java o el coeficiente Winter modificado. Hay que conocer la fibra y eso significa modernizar los laboratorios. Se habla de una posible disponibilidad de fondos nacionales para mejorar en tecnología y se debería comenzar por allí. Actualmente, mencionar la prensa hidráulica y aparatos automáticos digitales para obtener los principales componentes en la calidad del jugo es moneda corriente en otros países e incluso el uso del espectrofotómetro de rayos infrarrojos (NIR) ya está instalado. Nuestro país no puede quedarse atrás en este aspecto porque es la base para una relación transparente cañero-industrial, en la que llegar a manejar los azúcares totales recuperados (ATR) como objetivo final sería lo deseable, pues de allí surgirán los kilos de azúcar y litros de alcohol obtenidos por tonelada de caña y