El destino de muchos deportistas está marcado por la influencia familiar. La guinda, la pelota, la raqueta o el palo se eligen, usualmente, porque la sangre tira para allí. Los hermanos Lanzi no fueron la excepción. Desde hace un par de años ambos transitan la geografía tucumana practicando carreras de aventuras. En equipo, o en forma individual, se cuidan mutuamente cuando afrontan esos desafíos en contacto con la naturaleza.
La historia comenzó porque uno llevó al otro. "Cuando yo no puedo correr, ella lo hace sola. Antes yo hacía aventura, como trekking y rappel, pero con amigos, hasta que ella me inscribió en las competencias", explicó Ignacio.
María Inés continuó perfeccionándose en la disciplina, pese a que su hermano, por motivos de trabajo y debido a una lesión, debió suspender la actividad por un tiempo. "Los dos tenemos una pasión, que es el deporte. Siempre practicamos alguna actividad, pero las carreras de aventura me unieron más a mi hermano porque lo hacemos juntos", reconoció Inés.
Estas pruebas implican un desgaste físico de varias horas, no sólo en la competencia sino también en los entrenamientos. Por eso se vuelve fundamental la compañía.
"Antes, durante y después de la carrera nos damos consejos; se vuelve un apoyo importantísimo", remarcó Ignacio. María Inés coincidió. "El mejor entrenamiento es con alguien que querés", explicó. Para ella es tan importante practicar a la par de un ser querido como correr juntos. Para la última prueba de Ecoatletas, que se realizó en Escaba, durante los días previos se trasladó a Aguilares. Ignacio vive allí y aprovecharon para llegar en óptimas condiciones al desafío.
Los Lanzi encontraron la combinación de lo que deseaban en las carreras de aventura. Ni el hockey ni la gimnasia deportiva, que probó alguna vez María Inés, ni el rugby en el que batalló Ignacio, les dieron tantas satisfacciones a los deportistas.
"A mí me enganchó porque con esto se conocen lugares que de otra manera no podría. Además se comparten lindos momentos con atletas", describió María Inés. Ignacio también dio sus motivos: "me encanta la naturaleza. Y sí: dejaría cualquier deporte por las carreras de aventuras". Lo que se dice: dos apasionados.
La historia comenzó porque uno llevó al otro. "Cuando yo no puedo correr, ella lo hace sola. Antes yo hacía aventura, como trekking y rappel, pero con amigos, hasta que ella me inscribió en las competencias", explicó Ignacio.
María Inés continuó perfeccionándose en la disciplina, pese a que su hermano, por motivos de trabajo y debido a una lesión, debió suspender la actividad por un tiempo. "Los dos tenemos una pasión, que es el deporte. Siempre practicamos alguna actividad, pero las carreras de aventura me unieron más a mi hermano porque lo hacemos juntos", reconoció Inés.
Estas pruebas implican un desgaste físico de varias horas, no sólo en la competencia sino también en los entrenamientos. Por eso se vuelve fundamental la compañía.
"Antes, durante y después de la carrera nos damos consejos; se vuelve un apoyo importantísimo", remarcó Ignacio. María Inés coincidió. "El mejor entrenamiento es con alguien que querés", explicó. Para ella es tan importante practicar a la par de un ser querido como correr juntos. Para la última prueba de Ecoatletas, que se realizó en Escaba, durante los días previos se trasladó a Aguilares. Ignacio vive allí y aprovecharon para llegar en óptimas condiciones al desafío.
Los Lanzi encontraron la combinación de lo que deseaban en las carreras de aventura. Ni el hockey ni la gimnasia deportiva, que probó alguna vez María Inés, ni el rugby en el que batalló Ignacio, les dieron tantas satisfacciones a los deportistas.
"A mí me enganchó porque con esto se conocen lugares que de otra manera no podría. Además se comparten lindos momentos con atletas", describió María Inés. Ignacio también dio sus motivos: "me encanta la naturaleza. Y sí: dejaría cualquier deporte por las carreras de aventuras". Lo que se dice: dos apasionados.