La saludable relación niño-libro, es un hecho cultural resultante de otras fuerzas de carácter social, económico y político que desde hace tiempo, y de manera especial en la era tecnológica, se ha convertido en un reto social y cultural de primera magnitud. Pero cuando hablamos de reto, de manera alguna estamos adoptando una actitud bélica. Hoy, entre los más conspicuos observadores de la realidad se compatibiliza el canal secular de los libros con el de la cultura audiovisual. Existen funciones específicas para cada medio y hay variables muy grandes en ambos. Pero eso sí, en el terreno de las variantes, la ruta de prioridades es inalterable: la palabra es lo primero, tanto desde la literatura oral como desde la escrita.
Los padres deben dedicar más tiempo a jugar y dialogar con sus hijos. La soledad del niño ante los medios es sobrecogedora. Las estadísticas son alarmantes. Pasan cuatro o más horas diarias como telespectadores de mensajes que van desde cortos publicitarios de gran impacto por su brevedad y plasticidad, hasta los infantiles y agresivos dibujos animados, pasando por noticieros transidos principalmente por la violencia. Y lo que es peor, todo lo que ve tiene para el pequeño la misma credibilidad y en consecuencia va incorporando el lenguaje de la violencia. En ese ámbito no hay lugar para el diálogo. Y no sólo hablamos del niño preescolar. La soledad del niño ante lo audiovisual se prolonga en los juegos informáticos, y de ahí en más sus horas libres serán copadas por la televisión.
La cuestión de acercar libros a los niños vuelve hoy a estar en primer plano. Flagelos como el analfabetismo, indicios de descenso en la lectura, la constatación del mal dominio de la lengua de los alumnos que ingresan a la escuela o la comprobación del fracaso escolar ligado a la de la lectura, ha generado una movilización. Así es como se realizan congresos; el mercado editorial destinado a la infancia tiene presencia; instituciones prestigiosas sostienen programas de animación a la lectura, las ferias del libro infantil se expanden y los sistemas no convencionales de bibliotecas para niños se multiplican. No menos destacables son los mensajes que sobre el valor de la lectura reiteradamente se difunden pero, según se ve, no se logra la optimización de los objetivos propuestos.
Ante esta realidad, proponemos la creación de un Banco del Libro Infantil a fin de rescatar obras significativas. También que se realicen investigaciones que informen sobre la situación del libro infantil tanto local como regional y lograr que sea una asignatura obligatoria en los campos académicos.
Se debe viabilizar ya la llegada del libro a los chicos. El libro infantil tiene áreas restringidas de circulación a causa: del costo, de la inexistencia de librerías en poblaciones pequeñas, de las bibliotecas públicas dotadas generalmente sólo de libros de información, de la falta notable de bibliotecas infantiles y de la escasez de material en las bibliotecas escolares.
También hay que promover concursos para conocer y divulgar investigaciones y reflexiones acerca de estos libros y garantizar programas de capacitación de mediadores. Además, se debe incluir a los padres en los programas de animación a la lectura. Hay padres que ante un interrogante axial como ¿qué es leer?, no tienen respuestas,
Todo libro propone un diálogo y dialogar es empezar a conocerse. Dialoguemos con nuestros niños para apartarlos de la soledad.
Los padres deben dedicar más tiempo a jugar y dialogar con sus hijos. La soledad del niño ante los medios es sobrecogedora. Las estadísticas son alarmantes. Pasan cuatro o más horas diarias como telespectadores de mensajes que van desde cortos publicitarios de gran impacto por su brevedad y plasticidad, hasta los infantiles y agresivos dibujos animados, pasando por noticieros transidos principalmente por la violencia. Y lo que es peor, todo lo que ve tiene para el pequeño la misma credibilidad y en consecuencia va incorporando el lenguaje de la violencia. En ese ámbito no hay lugar para el diálogo. Y no sólo hablamos del niño preescolar. La soledad del niño ante lo audiovisual se prolonga en los juegos informáticos, y de ahí en más sus horas libres serán copadas por la televisión.
La cuestión de acercar libros a los niños vuelve hoy a estar en primer plano. Flagelos como el analfabetismo, indicios de descenso en la lectura, la constatación del mal dominio de la lengua de los alumnos que ingresan a la escuela o la comprobación del fracaso escolar ligado a la de la lectura, ha generado una movilización. Así es como se realizan congresos; el mercado editorial destinado a la infancia tiene presencia; instituciones prestigiosas sostienen programas de animación a la lectura, las ferias del libro infantil se expanden y los sistemas no convencionales de bibliotecas para niños se multiplican. No menos destacables son los mensajes que sobre el valor de la lectura reiteradamente se difunden pero, según se ve, no se logra la optimización de los objetivos propuestos.
Ante esta realidad, proponemos la creación de un Banco del Libro Infantil a fin de rescatar obras significativas. También que se realicen investigaciones que informen sobre la situación del libro infantil tanto local como regional y lograr que sea una asignatura obligatoria en los campos académicos.
Se debe viabilizar ya la llegada del libro a los chicos. El libro infantil tiene áreas restringidas de circulación a causa: del costo, de la inexistencia de librerías en poblaciones pequeñas, de las bibliotecas públicas dotadas generalmente sólo de libros de información, de la falta notable de bibliotecas infantiles y de la escasez de material en las bibliotecas escolares.
También hay que promover concursos para conocer y divulgar investigaciones y reflexiones acerca de estos libros y garantizar programas de capacitación de mediadores. Además, se debe incluir a los padres en los programas de animación a la lectura. Hay padres que ante un interrogante axial como ¿qué es leer?, no tienen respuestas,
Todo libro propone un diálogo y dialogar es empezar a conocerse. Dialoguemos con nuestros niños para apartarlos de la soledad.