Cada incorporación novedosa de la inteligencia artificial propicia un boom de publicaciones de usuarios mostrando sus intentos y experiencias. Ese fue el caso de las imágenes que aparecieron durante la última semana gracias a una de las recientes actualizaciones de Chat GPT, el chatbot con IA más utilizado en la actualidad. Pero, de la mano de las fotos con estilo Studio Ghibli aparecieron también mensajes advirtiendo sobre el enorme gasto de agua que estos procesamientos implican.
La inteligencia artificial y Ghibli: ¿avance o amenaza para el arte?
Pero, ¿qué hay de cierto en que las búsquedas con inteligencia artificial gasta agua? Y, en caso de ser cierto, ¿cuál es la relación que hay entre la inteligencia artificial, la virtualidad y la tecnología con las reservas de agua? Aunque para muchos parezca no haber nexo existente entre uno y otro, hay una explicación que une al elemento natural más preciado con la digitalidad.
¿Qué relación hay entre el agua y la inteligencia artificial?
Los cálculos coincidían en que cada búsqueda hecha con los chats de inteligencia artificial gastan entre medio litro de y dos litros de agua. Pero pocos medios supieron explicar la relación o involucramiento real de este recurso. Sucede que sí, que el agua es una de las cosas utilizadas para hacer trabajar casi cualquier cosa que opere en la nube.
Algunos CPU contienen un sistema de enfriamiento líquido cerrado. Es decir que necesitan un poco de agua, pero al ser cerrados no requieren más que el líquido que tiene desde un principio. Sin embargo, hay otros circuitos abiertos que aprovechan que el agua, al evaporarse, se lleva energía calorífica logrando un menor gasto para el enfriamiento.
Pero este gasto representa solo el 17% del total necesitado. Otros porcentajes mucho más altos son los que se usan para producir la energía que necesitan los sistemas de IA para funcionar. Pero también la fabricación de los chips requiere agua pura. Por esto se estima que el cálculo quedó bajo y que no se utiliza solo medio litro de agua por búsqueda con inteligencia artificial, sino que la demanda ya superó ese número.
¿Por qué hacer un click emite dióxido de carbono?
Hacer un click en internet emite CO2 debido a la energía que requieren los distintos procesos que esa operación supone o activa. En primer lugar, el dispositivo empleado (una computadora de escritorio, una tableta o un teléfono) consume energía que a menudo proviene de fuentes que emiten dióxido de carbono. En segundo término, cada click dispara una solicitud que viaja a través de una infraestructura de red que consume energía. A continuación, los servidores procesan la solicitud en centros de datos que usan volúmenes enormes de electricidad. Por último, la respuesta se envía de vuelta al dispositivo, lo que implica aún más energía.
Aunque el impacto de un sólo internauta quizá sea pequeño, hay que pensar el problema en términos masivos y globales. Por eso es imperioso bregar por tecnologías eficientes y energías renovables que morigeren el impacto. Y, en última instancia y aunque suene extremo, también conviene pensar bien antes de hacer un click.