Los que usamos este espacio, que dignamente nos pone a disposición LA GACETA, consideramos que es una ventana a la realidad, donde, con distintos criterios, pensamientos y puntos de vista e ideologías, cada uno dice lo suyo sobre los acontecimientos. Algunas veces coincidentes, otras, diametralmente opuestas, pero todos con el debido respeto y bajo las normas de convivencia cívica que impone y modera la Redacción del diario. En una de mis últimas cartas digo, sin pensar lo que se avecinaba, triste presagio, que la violencia engendra y produce violencia. No incitaba a la violencia, pero como viejo conocedor y por llevar en mis espaldas y pensamientos lo ocurrido no hace mucho tiempo con un gobierno déspota, insensible y criminal que perseguía y aniquilaba a los que pensaban distinto y defendían sus derechos, y que en sus comienzos empezó del mismo modo como está ocurriendo ahora. ¡Señor Presidente! Todavia estamos a tiempo; este es un barco que se hunde, cambiemos el rumbo; el pueblo ya se hartó de mentiras y corrupción; los que pusimos para que hagan las cosas bien les siguen echando la culpa a los que se fueron y están involucrados en coimas, amoríos, fugas de oro, capitales y estafas y a los pobres jubilados todos los miércoles los machucan y gasifican. Pero son como en la época de los comienzos del cristianismo: la sangre de los mártires fueron semillas que florecían y se multiplicaban. Sr. Presidente, esto ya no da para más; la taba está en el aire, puede caer de suerte o como estamos todos y ya no habrá vuelta atrás, será tarde; el rancho se le está quemando, o lo llevará la inundación, o se lo saquearán. Cambie el gabinete, ponga gente capaz y responsable; de usted depende.
Francisco Amable Díaz
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