Quienes imaginaban que la suspensión de las PASO iba a ralentizar el comienzo del año electoral claramente se equivocaron. En el país, pero particularmente en Tucumán, la lógica bajo la cual se desarrollan las acciones tiene directa relación con los comicios legislativos que se harán el último domingo de octubre.

Tucumán renovará cuatro bancas de diputado, pero eso es un solamente un dato aleatorio. Cada elección de mitad de mandato pone en juego otras disputas y, en particular en este año, la fijación por el resultado que se obtenga es mayor. Principalmente, por la desintegración del sistema político argentino. Las escenas del miércoles en las inmediaciones del Congreso son apenas una exteriorización de lo que sucede puertas adentro. Libertarios a las piñas entre ellos, radicales que dan quórum y otros que no, y peronistas que blindan a Javier Milei y “compañeros” que insultan a Martín Menem en la misma sesión. Lo que manda en la Argentina de hoy es el desorden, y ese desconcierto generalizado es el que acelera las pulsaciones electorales de unos y de otros.

En la provincia, Osvaldo Jaldo recalcula la campaña. La irrupción del posmanzurismo lo obliga a afrontar una elección con mayor resistencia interna que la acostumbrada para un gobernador peronista en una provincia netamente justicialista. Sabe que su acercamiento a Milei le permitió tener una mayor aceptación en sectores de la sociedad distantes al PJ, pero también es consciente de que exacerbó el enojo de una amplia franja del peronismo. Por eso se empecina en mostrar cohesión. El gobernador necesita que funcione más que nunca el verticalismo del Partido Justicialista. En esa pulseada, los roles institucionales son determinantes. Desde fines del año pasado ha venido aceitando su relación con la intendenta de la capital, Rossana Chahla, atendiendo los planteos y pedidos del municipio. Lo propio ha hecho con el vicegobernador, Miguel Acevedo. A ambos, además, les dijo en más una ocasión que este año deben involucrarse directamente en la campaña.

Ni Chahla ni Acevedo están dispuestos a romper relaciones con Jaldo, más allá de que tengan reparos al tenor de la relación que eligió sostener el mandatario con el gobierno libertario. En ese punto, el más explícito en los rezongos es su compañero de fórmula. El presidente de la Cámara no tiene pruritos en exponer su disidencia con las políticas de Milei; no obstante, ratifica cada vez que puede su acompañamiento institucional a Jaldo. La jefa municipal, en cambio, es más protocolar en sus exposiciones pero menos sutil con quienes se rodea: ha demostrado no tener inconvenientes en aparecer o en invitar a eventos a dirigentes que reniegan públicamente de la gestión jaldista, como es el caso del diputado Pablo Yedlin.

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El contratiempo radica en que tanto Chahla como Acevedo están dispuestos a acompañar a Jaldo en su periplo electoral, pero ya le dijeron que sus apellidos no aparecerán en la lista del oficialismo. Sí hay una diferencia cada vez más marcada en las posturas asumidas por la intendenta y por el vicegobernador. Acevedo expresó públicamente que no le interesa ser postulante testimonial y, si por él fuera, se mantendría al margen en este proceso electoral. En contraste, la jefa municipal intensifica su acercamiento al gobernador y exterioriza su acompañamiento. Ayer, después de una reunión en la Casa de Gobierno, dijo ante los medios que irá con Jaldo a las recorridas por el interior y por cada barrio de la capital. Antes, durante casi una hora y media, dialogaron sobre la gestión y los ejes de campaña. No es menor esta confianza ganada, porque los primeros meses de convivencia institucional entre ambos habían sido traumáticos. Según confiaron fuentes de ambos referentes, en la conversación de ayer el mandatario volvió a pedirle a la jefa municipal que lo acompañe activamente en este proceso electoral y que incluso no le deje la responsabilidad exclusiva del armado de la lista. Esto abre la puerta, indefectiblemente, a que la ex ministra de Salud aporte nombres de su gestión. Quienes conocen a la intendenta dan por sentado de que se inclinaría, llegado el caso, por alguna funcionaria mujer. Y allí sobresalen dos profesionales, teniendo en cuenta la impronta del mandato de Chahla: salud y políticas ambientales. Al frente de la recuperada Asistencia Pública está la médica Karina Faccioli y como responsable de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Julieta Migliavacca. Un dato de color: en la apertura de sesiones del 1 de marzo, Chahla presumió de la ingeniera ante Jaldo.

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Por supuesto, es aventurado arriesgar que esos sean los nombres, en caso de que los haya. Sin embargo, los candidatos suelen surgir de aquellos caballitos de batalla de una gestión. Por eso en la Casa de Gobierno también comienzan a prestar atención a otras áreas, luego de que el postulante “natural” con el que llegaba el jaldismo trastabillara. Es más, por primera vez el gobernador habría planteado ante testigos que Darío Monteros “no estará”. Al menos, es lo que aseguran haber escuchado algunos interlocutores. El ministro del Interior es el dirigente de mayor confianza del mandatario, pero desde el mes pasado carga con una bomba de tiempo en materia electoral: la investigación judicial por el retiro de fondos del municipio de Banda del Río Salí mediante cheques por ventanilla.

“Milei friendly”

Si finalmente Monteros no encabezará de manera testimonial la lista, en el oficialismo se preguntan quién podría ocupar ese lugar. ¿Será un clásico dirigente territorial de impronta peronista? ¿O una figura menos politizada y más independiente? Si el mandatario pretende mantener ese idilio con los sectores independientes y medios de la sociedad y ratificar los gestos que ha dado desde que asumió, debería inclinarse por la segunda opción. En el gabinete, por las dudas, ya hay quienes dirigen las miradas al ministro de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa. Sin ningún tipo de experiencia en lides electorales, el abogado es el responsable de ejecutar la política de seguridad que conduce Jaldo que, precisamente, es “la” carta de presentación que eligió “El Comisario” para su mandato y su principal apuesta. La mano dura local y la mejora en los indicadores le valió ser reconocido en reiteradas ocasiones por el Gobierno nacional y, en particular, por la ministra Patricia Bullrich. Participó incluso de reuniones con funcionarios del salvadoreño Nayib Bukele para tomar contacto con lo realizado en ese país caribeño. Agüero Gamboa tiene otro plus, al decir de una colega: sería el candidato más “Milei friendly” que Jaldo podría ofrecer en esta compulsa con la Nación.

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Desde luego, son especulaciones que se agigantarán y desinflarán en los próximos meses, pero que grafican la intensidad y la confusión del actual ciclo electoral. Todas las cabezas, con mayor o menor dosis, piensan hasta octubre y no mucho más allá. La otra prueba la dio el radicalismo esta semana, que intervino el distrito Tucumán. La medida persigue un único propósito: dominar la posición y el lugar que adopte este partido en los próximos comicios. Si el controvertido proceso electoral interno de la UCR se convalidaba, la agrupación hubiese quedado en manos del boina blanca Ariel García y del legislador Agustín Romano Norri. Ambos no escatimaron en críticas en estos días en contra de José Cano y de Roberto Sánchez, a quienes responsabilizan principalmente por la intervención. Sánchez, por caso, viene de admitir en LG Play que hay conversaciones con los libertarios para un armado conjunto en Tucumán. Pero las charlas se cortan cuando el vicejefe de Gabinete de la Nación, Lisandro Catalán, rechaza cualquier método de selección de candidaturas que no sea el dedo. Como contrapartida, les ofrece a sus eventuales aliados un lugar relegado en la lista y les aclara que el Presidente tiene la potestad de elegir los postulantes.

Como estas mezcolanzas son cada vez más improbables y la atomización opositora en Tucumán puede diluir las chances de La Libertad Avanza, tener el sello de la UCR representa toda una ventaja.